Por GERARDO MARTÍNEZ MARTÍNEZ
La expectativa fue norma
en esta semana triste
en que el presidente embiste
al pueblo, con su reforma.
El proyecto tomó forma
y al fin lo llevó al congreso,
un ministro ‘caritieso’
de apellido Carrasquilla,
que incomoda cual ladilla
por los laditos del sieso.
Sea pan, mantequilla o queso,
habas, fríjoles, uchuvas,
limones, naranjas, uvas,
pagarán, así sea un peso.
Que ninguno sale ileso:
quedamos ‘patas arriba’,
pues solo queda sin IVA,
-según los sabios doctores-
sonrisas, besos, rubores,
caspa, mocos y saliva.
También se gravan pensiones,
salarios de medio pelo,
hasta el pobre jornalero,
que se gana tres doblones.
Es la economía a jalones,
para acabar la pobreza
sin tocar la gran empresa;
mientras que la clase media
se ahoga en la gran comedia
de ser pobres de riqueza.
Claro, lo que sí está exento,
-lo dice el articulado-
es el jugo azucarado,
por este sencillo cuento:
las bebidas en comento
que venden a borbotones
en todas las ocasiones,
tienen dueños muy prestantes
que mandan a gobernantes;
es decir, son “los patrones”
LA ÑAPA:
Esos de las gaseosas
que los impuestos amañan,
se valen de estas dos cosas:
las bebidas son sabrosas,
y financian las campañas.
Y, entonces, así las cosas,
este pueblo bien pendejo,
queda tirado en las losas,
con las preguntas odiosas:
“usted de qué me habla, viejo”.