Un personaje de ficción, el representante Popopolo (que no necesariamente es representante en el Congreso, sino representante de poderes que han sumido al país en el hueco donde está) cumple muy bien su papel, muy al estilo de Stephen, el personaje que encarna Samuel Jackson en Django. Este “hombrecito”, como lo llaman también en redes sociales, defiende a los victimarios y ataca a las víctimas del conflicto, que son siempre las paganinis, como que son el desquite de los “aguerridos” combatientes, que, como no logran positivos en las filas enemigas, la emprenden contra los inermes, contra los indefensos. A las víctimas en nuestro país, además de bala de lado y lado, les toca aguantarse las agresiones de acémilas como esta, que hacen lo que sea para lamberle a sus amos.
Esta actitud de atacar en plan de daño colateral sin más me recuerda a “Anita”, la película referida al atentado en 1992 contra la Embajada de Israel en Buenos Aires, que dejó 22 muertos y 242 heridos. Me recuerda muchos otros hechos, que mentes desquiciadas emprenden como si los ataques debieran dirigirse a la población y no al otro bando. Así, entonces, Israel responde a un demencial ataque terrorista matando a decenas de miles de hombres, mujeres y niños, de forma aún más demencial. El patrón y modelo de los narcotraficantes de este país, cada vez que el Gobierno hacía algo en contra de su voluntad, ponía una bomba para matar a quien estuviera o pasara por ahí. Un grupo armado se toma el Palacio de Justicia, y la respuesta de la fuerza institucional es matar a todos y quemar todo y acabar con todo, hasta con el nido de la perra, dizque “para defender la democracia, maestro”. Y los falsos positivos: caerles a indefensos muchachos, engañarlos y matarlos para presentar buenos informes al establecimiento. En fin… Y encima viene el bobalicón este del Popopolo a revictimizar a esas madres que lloran a sus hijos.
Como si fuera poco, ahora el blanco de esos ataques demenciales fue la UIS, tomada de forma violenta la semana pasada por unos encapuchados que se metieron a la Universidad (o estaban adentro, yo qué sé), sellaron las puertas, retuvieron a la fuerza y amenazaron con armas a la comunidad universitaria y saquearon el edificio de Bienestar, que alimenta a miles de estudiantes.
Esta agresión contra la UIS y su comunidad venía sin evidencias de propósitos políticos o sociales, reales o disfrazados, pero en cambio sí hizo evidente que se trataba de un ataque de delincuencia común, que ya ve con buenos ojos que encapucharse y reventar papas bomba puede resultar muy efectivo a la hora de entrar, asaltar, robar, y salirse con la suya.
@PunoArdila