La batalla final está cantada: Petro vs Gutiérrez

Por JORGE SENIOR

Con los datos que tenemos 24 horas después de las elecciones al Congreso de la República 2022-2026 y las consultas presidenciales, podemos hacer un balance global, pese a que faltan los escrutinios, que a veces arrojan cambios sorprendentes o sospechosos.  Analicemos primero el órgano legislativo y luego las consultas.

Pasamos de un sistema de seis partidos a uno de siete partidos con la notoria irrupción de la centroizquierda en una configuración que, sin embargo, no es propiamente un partido: el Pacto Histórico. Mas unos partidos minúsculos.  El resultado, como lo previmos en una columna anterior, es un congreso repartido con mayoría de derecha, pero importantes avances desde la izquierda.

A la derecha le fue mal, pero sobrevive como mayoría. Tres de los cuatro partidos de derecha perdieron numerosas curules: el “Centro Democrático” perdió 25, Cambio Radical 19 y la U 14.  Pero el partido más tradicional de la derecha, el Conservador, subió ligeramente: 5 curules.  Esos 4 partidos quedaron, a pesar de todo, con la mitad del Senado y casi la mitad de la Cámara.

El Partido Liberal se mantuvo más o menos igual, subió una curul en Senado y bajó tres en Cámara. A comienzos de este siglo el liberalismo, que en estos tiempos es centroderecha, acompañó a la izquierda en la oposición, pero lo más usual es que acompañe a la derecha a cogobernar.

A los sectores progresistas y alternativos les fue bien, aumentaron 36 curules, pero siguen siendo minoría. En conclusión: hubo revolcón, pero no revolución. Tendremos un Congreso más balanceado que denota cómo, poco a poco, Colombia va dejando de ser un país conservador, como ha sido su tradición, y tímidamente evoluciona hacia una apertura mental.

Así las cosas, una eventual presidencia de Gustavo Petro va a tener que atraer a verdes y liberales. Y aun así, su gobernabilidad respecto al frente legislativo queda un tanto precaria. Esto implica recuperar la concepción de Pacto Histórico como un Acuerdo sobre lo Fundamental de toda la sociedad colombiana, una verdadera reconfiguración del contrato social.  La Constitución del 91 lo hizo con limitaciones y ahora toca avanzar un paso más para que Colombia entre al siglo XXI. 

Las transformaciones tendrán que producirse, a paso lento pero seguro. Reformas y cambios graduales negociados, es la perspectiva realista y no la revolución por encargo.  La auténtica transformación profunda de una sociedad es la que se produce en la cultura, especialmente en la cultura política.  Los resultados del 13 de marzo muestran que las maquinarias siguen intactas, así hayan perdido un poco de terreno.  La sempiterna compraventa del voto, el voto cautivo por puestos y contratos sigue prevaleciendo. 

La mentalidad caudillista aún dificulta que los nuevos aires de una candidatura presidencial de centroizquierda con opción de triunfo, se traduzcan en votación al Congreso.  Hay que admitir que la estrategia de lista cerrada fue correcta y ayudó a jalonar la votación al Congreso.  El lamentable fracaso de la lista abierta de Fuerza Ciudadana corrobora esta conclusión.  Pero es un éxito relativo, pues la votación de sólo Petro en la consulta duplicó la votación del Pacto Histórico al Senado. Es decir, la mitad de los que votaron por Petro no votaron por la lista del Pacto Histórico. ¿Por qué? Sería interesante de investigar. Puede haber múltiples razones, la más probable es el voto amarrado por compromisos politiqueros. Todo esto hace parte de los cambios en cultura política que se necesitan para que la sociedad colombiana madure. En todo caso, los sueños de 55/86 de Gustavo Bolívar se esfumaron hace rato.

El duelo de las tres consultas arrojó una clara victoria de la izquierda, un resultado inverso al del 2018.  Hace cuatro años Duque sacó 4 millones y Petro 2,8 millones en sus respectivas consultas. Ahora Petro sacó 4,5 millones y Gutiérrez 2,1 millones, esto es, menos de la mitad.  Además, en 2018 la consulta de izquierda apenas llegó a 3,3 millones mientras la del uribismo alcanzó los 6 millones.  Esta vez Equipo por Colombia apenas llegó a 4 millones mientras que la del Pacto Histórico alcanzó 5,5 millones. Como dijo el cantante vallenato Poncho Zuleta: ¡Se volteó la arepa!

Si le sumamos los votos de Fuerza Ciudadana y los de algunos verdes como Inti Asprilla y Katherine Miranda, la candidatura del Pacto Histórico ya tiene una base de 6 millones, 60% de lo que necesita como mínimo para ganar en primera vuelta.  En 2018, los 2,8 millones de Petro en la consulta se transformaron en 4,8 millones en primera vuelta y 8 millones en segunda con diversos apoyos, especialmente de los verdes.  Para ganar hay que llegar a 10 u 11 millones, ya sea en primera o segunda vuelta, pues en presidenciales la votación subirá a unos 20 millones.  El asunto no es nada fácil, pues toca casi duplicar lo sacado el 13 de marzo.

Pero hay de dónde crecer. El pasado domingo hubo una baja votación de apenas 17 millones de votos válidos y 1.250.000 de votos nulos y no marcados.  De los 17 hubo un millón de votos en blanco, así que los votos efectivos por candidatos apenas sobrepasaron los 16 millones en circunscripción nacional al Senado. Pero de esos 16 hubo 4 millones que no votaron en ninguna consulta.  Así que aún hay 6 o 7 millones de votos flotantes por seducir para un lado o para el otro.

La gran damnificada de las consultas fue la llamada “Coalición de la esperanza”. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, pero todo indica que las opciones de Fajardo son nulas: fue vencido por Francia Márquez, casi empatado por el ahogado Char (quien es poco conocido fuera de la Costa), sacó un tercio de la votación de Gutiérrez y apenas el 16% de la votación de Petro.  Toda la coalición suma menos que Federico Gutiérrez y éste no llega a la mitad de lo que sacó Petro. Tal resultado es una debacle para una candidatura superconocida y desgastada.

Cuando digo que el “centro” no existe -excepto como prefijo- es porque no representa ideología alguna. En el caso del Centro Esperanza, que es básicamente centroderecha con relativa decencia y poca maquinaria, su bajísima votación los deja sin opción de pasar a segunda vuelta, la cual está cantada entre Gutiérrez y Petro, pues ya Zuluaga salió por la puerta de atrás en forma indigna y Rodolfo Hernández es un engendro inflado que se va a ir desinflando pronto.

En este momento el único papel de Fajardo es impedir que Petro gane en primera vuelta.  Si fuese capaz de pensar en función del país que urge un cambio, Fajardo debería adherir al Pacto Histórico retirando su candidatura presidencial como hizo en 2010, cuando se sumó a Mockus.  Hasta podría ser fórmula vicepresidencial, como hace 12 años.  Pero eso no sucederá por el odio visceral que, por alguna razón inexplicable, siente por Gustavo Petro (recordemos el paseo a ver ballenas en segunda vuelta del 2018). Son entonces los votantes del “Centro Esperanza” los que tienen que dar el paso: no desperdiciar el voto en Fajardo y asumir la primera vuelta como si fuese la segunda y definitiva.

@jsenior2020

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