Por HUMBERTO TOBÓN*
La casa que habitamos cerca de 8.000 millones de personas está francamente deteriorada y entre los principales responsables estamos sus ocupantes, a quienes, en general, muy poco importa el extremo daño que le ocasionan con sus acciones cada vez más irracionales.
Esta casa que llamamos Tierra y que anda dando vueltas alrededor del sol, ve cómo hay un cambio drástico del clima, generado en gran medida por el uso indiscriminado de combustibles fósiles, que le disparan a la atmósfera cerca de 40.000 millones de toneladas de dióxido de carbono al año.
Este gas de efecto invernadero lo producen fundamentalmente el transporte, la generación eléctrica, la industria y las actividades residenciales y comerciales. Es tal su dinámica, que según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, generan hoy una concentración de 416 partes por millón de CO2, la mayor desde que se realizan mediciones hace 66 años.
Debido al cambio climático, hay anualmente casi 2.000 catástrofes medioambientales severas, responsables de que en las últimas dos décadas el número de personas desplazadas por sus efectos sumen alrededor de 25 millones en promedio cada año a nivel mundial.
Los desplazamientos humanos se deben en su mayoría a temas relacionados con las altas temperaturas que producen incendios forestales, ciclones, huracanes, sequias, deshielos y aumento del nivel del mar; además de cambios en el clima presionando aumentos de las lluvias que conllevan inundaciones y deslizamientos de tierra.
Las impresionantes agresiones contra el planeta, tienen además consecuencias muy graves sobre la calidad de vida de las personas, haciendo que los niveles de pobreza se incrementen notablemente en gran parte de los países, especialmente aquellos que derivan sus ingresos de la agricultura.
Las consecuencias del cambio climático son tan críticas que, por ejemplo, la Corte Constitucional en Colombia reconoció, en decisión inédita esta semana, que este fenómeno es una de las causas del desplazamiento forzado interno, con lo cual se pone en línea con lo que han venido advirtiendo organismos internacionales con base en estudios científicos.
La Corte colombiana le pide al Congreso que legisle para proteger el derecho de las víctimas de fenómenos ambientales y esto implica que por la vía legal se deben controlar muchas de las actividades que contribuyen a dañar el entorno natural. Y si los legisladores no le prestan atención a este tema, muy seguramente los magistrados tomarán decisiones que implicarán acciones inmediatas en pro de la conservación y la descontaminación, que resultarán onerosas en términos económicos pero muy efectivas y beneficiosas para la protección de la vida.
Es evidente que cada vez hay mayor conciencia sobre la necesidad de proteger la casa en que vivimos todos y que la responsabilidad no es únicamente del gobierno ni de los mandamientos legales sino también del compromiso de cada uno de proteger el lugar que nos cobija.
@humbertotobon
* Gerente RAP Eje Cafetero