El escritor Santiago Gamboa en su columna de El Espectador asegura que ese prodigio de indisciplina y tesón llamado Arturo Char, al ser elegido como presidente del Senado es una cachetada al país, y dice que no estamos lejos del emperador Calígula cuando nombró senador a su caballo.
Gamboa considera que el hecho de que Arturo Char lleve nueve años como senador en sí mismo es un adefesio y se le nota a leguas que lo de él no es el trabajo legislativo sino la rumba. En su gestión como senador tuvo 149 ausencias que equivalen a 37 días de cada legislatura y se pregunta ¿cuántas de esas faltas habrán sido guayabos?
El columnista considera que poner en la presidencia a Arturo es una jugada clave de la familia Char para conseguir lo que se viene: nuevo procurador, nuevo defensor del Pueblo, control sobre las medidas económicas de la pandemia. Y el premio mayor, del que ya hablan, al final: la Presidencia de la República para su hermano Alejandro.
Y concluye que se ser ciertas las acusaciones de Aida Merlano sobre la compra de votos en la Costa, que involucran al clan Char, cada millón de sufragios cuesta apenas $50.000 millones de pesos. Una plata que se consigue y se recupera fácil teniendo control sobre una parte de las finanzas del Estado. Lea la columna completa aquí.