Esteban Carlos Mejía en su columna de El Espectador afirma que “Doña” Lina Moreno, la “señora” de Álvaro Uribe Vélez, parece una mosquita muerta. Asegura que a esta esposa abnegada le gusta quedarse callada cuando su “señor” mete las patas, pero cuando el marido vilipendió a los inocentes de Soacha, los falsos positivos de su desgobierno de difuntos y huérfanos, ella no dijo ni mu.
Mejía dice además que el comunicado donde ella demostró su rechazo por la detención domiciliaria de su esposo es un zaperoco, casi un galimatías, acaso síntoma de una precoz disfunción cognitiva. “Quiso decir mucho y a la final no dijo nada… que no supiéramos”.
Continúa el columnista: “peor que una primípara, cita autores a diestra y siniestra con la mejor de las voluntades, desde luego. Quiere convencernos de que su ecosistema familiar es enciclopédico, liberal o tolerante, de mentalidad progresista”. Y agrega que “la verdad sea dicha, soy incapaz de visualizar al capataz leyendo La montaña mágica de Thomas Mann, ni de imaginarme a Tomasito devanándose los sesos con las controversias entre Settembrini, el literato de la civilización, y el jesuita Leo Naptha, ni mucho menos de concebir a Jeronimito estupefacto ante los meandros de La mujer justa, del suicida Sándor Marai”.
Por último, concluye que el tal comunicado de la “doña” es anodino, confuso, hipócrita. “No se sabe qué admirar más, si la simpleza de esta “señora” o la de sus fans que la proclaman con honores como la nueva Manuelita de Bolívar”. Lea la columna completa aquí.
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