El escritor Julio César Londoño recuerda una caricatura de Thumor en la que aparecen dos perros hablando: «¿Viste el video del soldado matando al perrito?». «Sí, ¿y usted se imagina lo que hacen cuando nadie los graba?». Ver caricatura aquí
Y añade que en la tarde de ese mismo día sucedió lo que nadie podía imaginar: el ataque sexual de siete soldados a una niña. Londoño se pregunta «¿Cómo pueden siete seres humanos contemplar el dolor, las lágrimas, los gritos y la sangre de una niña sin conmoverse? ¿Cuántos miles de predadores de este tipo estaremos cebando en los cuarteles?».
Destaca, en tono enérgico, que «de siete animales solo el octavo resultó humano: el oficial a cargo de esas bestias quien denunció el crimen ante las autoridades y apoyó a al comunidad embera en las pesquisas iniciales». El columnista anunció que este sargento fue retirado del ejército y vuelve a preguntarse: ¿acaso no tienen cabida allí los militares correctos?
Le dice al ministro de Defensa que estos no son casos aislados y que solo en el 2016 se abrieron 118 investigaciones contra militares por abuso sexual.
También recuerda como la senadora María Fernanda Cabal solo se preocupó por el buen nombre de lo que llama la «fuerza letal» y como sugirió que podría tratarse de un falso positivo. Asimismo, recordó lo que escribió Salud Hernández quiEn desliza entre líneas que a la niña «le había caído bien un uniformado» y anota un agravante que ni la Fiscalía advirtió: «los soldados no usaron condón». ¡Joder! Manifiesta Londoño.
El gran problema, concluye, es que a buena parte de la sociedad colombiana la suerte de los niños de estratos bajos le tiene sin cuidado.