Este triunfo histórico de los laboristas probablemente influirá positivamente en las elecciones legislativas francesas del próximo domingo.
El triunfo de Keir Starmer, del Partido Laborista, con la más contundente mayoría absoluta para la centroderecha en el último siglo en Reino Unido, es un grito de desespero de un pueblo que estúpidamente creyó que los conservadores, con políticas económicas y sociales propias de la extrema derecha, sabrían llevar al país a un éxito económico. Tras 14 años de gobiernos antiprogresistas, Inglaterra está en cuidados intensivos: el descuido y desamparo de la sanidad, la educación, la integración social, el estado de bienestar, la economía, así como de sus relaciones internacionales, ha conducido al caos gubernamental y al desprestigio mundial de este país que no hace mucho se encontraba entre las cinco economías más poderosas del mundo.
La derecha británica consiguió mayorías absolutas generando el odio contra los europeos, los inmigrantes, los refugiados, los homosexuales y todas las minorías, culpabilizándolos de una debacle económica inexistente. Los conservadores prometieron hacer del Reino Unido una potencia mundial sin precedentes, cuando su país se sacudiera de la influencia de la Unión Europea y del ‘buenismo social’ que conservaba aún vestigios del estado de bienestar que destruyó Margaret Thatcher durante sus años de gobierno. Tras catorce años de desgobierno de los conservadores, por fin los británicos se han dado cuenta de que el único enemigo de su país ha sido el poder que le entregaron a ojos cerrados a una derecha que arrasó con la economía y el prestigio mundial del Reino Unido. Hoy, tras el Brexit y los inmensos recortes sociales se ha evidenciado que el peligro a combatir en los países avanzados está, precisamente, en aquellos políticos que, con el pretexto de salvar el país que no necesita de salvadores, destruyen la economía y los servicios sociales que han de cubrir a toda una población.
El triunfo con una mayoría absoluta aplastante del Partido Laborista devuelve al Reino Unido a la cordura. La destrucción económica y social causada por los conservadores ha de servir como ejemplo para los ciudadanos de países como Francia y Alemania que son engañados por la extrema derecha al gestar el odio social contra las minorías, con el único objetivo de hacerse con el poder y recortar a mínimos el estado de bienestar conseguido tras décadas de trabajo político y social y cuyo desmantelamiento afecta directamente a los millones de votantes que depositaron el sufragio por esos partidos ultras. Se espera que el resultado de estas elecciones en el Reino Unido influya en las elecciones legislativas de segunda vuelta en Francia para impedir la mayoría absoluta del partido de la fascista Marie Le Pen en la Asamblea Nacional Francesa.
El laborista Keir Starmer, nuevo primer ministro británico, no lo tiene nada fácil. Rehacer una economía destruida, recomponer las relaciones con la Unión Europea y aplicar políticas sociales que cubran a toda la población tras el desastre de 14 años de políticas neoliberales y antisociales, va a ser muy difícil. Pero hay que recomenzar. Y este triunfo del centro-izquierda en el Reino Unido, además de representar una esperanza para uno de los países más influyentes del mundo, trae una gran bocanada de aire para Europa que sufre el vertiginoso ascenso de esa extrema derecha que promete salvar las sociedades locales mientras les aprieta con severidad su frágil garganta.
OLGA GAYÓN/Bruselas