Por HUMBERTO TOBÓN*
Alrededor de 2,5 millones de personas en Colombia no saben leer ni escribir (1,8 millones son campesinos). En términos relativos, el 5,2% de la población nacional es analfabeta y el 12,6% de los habitantes del sector rural viven en esta condición.
El hecho de que la mayor parte de los analfabetas sean campesinos, ratifica una penosa realidad: los moradores de las áreas rurales colombianas están muy lejos de poder acceder al desarrollo.
Es comprensible, por lo tanto, que ante un presente tan adverso y un futuro tan incierto, las familias campesinas alienten el deseo de sus hijos de migrar hacia las áreas urbanas, en búsqueda de mejores y mayores oportunidades.
El analfabetismo le niega a millones de personas la posibilidad de gestionar su desarrollo y avanzar en la escala social.
Al gravísimo problema del analfabetismo se suma la baja calidad de la educación básica y media en el país, de acuerdo con las mediciones internacionales, que nos ubican en los últimos lugares de los rankings a nivel mundial. Entre los países de la OCDE, por ejemplo, ocupamos el último puesto, con base en los puntajes de la prueba PISA.
En los promedios universales, el 9% de los estudiantes logran un nivel superior en lectura, mientras en Colombia apenas sí lo alcanza el 1% de ellos. Un resultado lamentable, que implica que nuestros estudiantes no comprenden plenamente lo que leen y, por tanto, son incompetentes para adoptar posiciones críticas frente al texto. Y si no tienen una destacada habilidad para leer, tampoco tienen suficientes argumentos para escribir o para defender una idea en forma verbal.
Los resultados en matemáticas son igualmente decepcionantes, porque en general los estudiantes carecen de destrezas en esta materia, no comprenden el problema que se les plantea y son inhábiles para hacer abstracciones y conceptualizaciones.
Y cuando se trata de ciencias, la OCDE dice: “En Colombia, un porcentaje insignificante de los estudiantes se ubicó entre los de mejor rendimiento en ciencias”, lo cual conlleva que sólo unos pocos son capaces de “reconocer la explicación correcta de fenómenos científicos familiares y pueden utilizar dicho conocimiento para identificar, en casos sencillos, si una conclusión es válida a partir de los datos proporcionados”. (OCDE 2019)
Los peores resultados en las pruebas SABER o PISA se les asignan a los estudiantes de los colegios públicos y son especialmente deficientes en las zonas rurales. Los análisis detallados de las estadísticas señalan que los mejores puntajes están en las zonas urbanas y entre estudiantes de estratos altos. Cabe reflexionar, con este cúmulo de información y de conclusiones, sobre si la educación está contribuyendo a ampliar las brechas e iniquidades sociales.
Ojalá nos movilizáramos al unísono en torno al propósito de mejorar la calidad de la educación en todos sus niveles, como requisito básico para que Colombia pueda ser más productiva, competitiva y justa.
@humbertotobon
*Estos conceptos no comprometen a la RAP Eje Cafetero, de la que soy Subgerente de Planeación Regional.