La eterna soledad de los caudillos

Por LEÓN VALENCIA – Especial para El Unicornio

Quisiera intervenir por los laditos alrededor de la polémica que ha desatado Mario Mendoza sobre Petro.  El país se alimenta ahora de dos paranoias y por eso tanta irritación y tanto nerviosismo. De un lado las élites de derecha, o una parte de ellas, creen que Petro está buscando la manera de perpetuarse a como dé lugar y que puede lograrlo; de otro lado, Petro cree que quieren darle un golpe de Estado y sacarlo con artimañas jurídicas o por la fuerza del poder. Las paranoias siempre se alimentan de indicios y realidades y alguito de razón hay en las dos paranoias.

En el caso de Petro veo que las calificaciones de caudillo, ególatra, narciso, machista, representante eximio del patriarcalismo, con un enorme caudal de seguidores ciegos a sus pies, que están dispuestos a sacrificarse por su dios, es la sospecha de que quiere y va a intentar quedarse y también que de allí se derivan buena parte de los errores de su gobierno.

En mi humilde opinión quienes así opinan conocen poco de nuestra idiosincrasia, de nuestro ser nacional, de nuestra identidad.

Nada más efímero en Colombia que la gloria. No ha sido tierra fértil para caudillos, precisamente por eso. Ya dijo el gran historiador Jaime Jaramillo Uribe: Colombia es un país de medianías.

Ni Bolívar -de quien una encuesta entre historiadores en Europa dijo que era el más grande, más que Alejandro, más que Julio Cesar, más que Napoleón- tuvo la aureola del caudillo adorado, murió solo y su gloria en estas tierras sólo alcanza para nombrar plazas, escuelas y aeropuertos. Nadie estuvo para protegerlo y dar la vida por él.

Gustavo Rojas Pinilla sirvió un tiempo a las élites que al final lo sacaron a empujones. Salió sin pena ni gloria pese a que fue un gran ejecutor, reformador social, impresionante con su hija la Capitana, la mujer más importante de la política colombiana hasta hace poco. Ahora está vieja, muy vieja y sola, vendiendo las pertenencias de su casa para poder sobrevivir…

Usted va a una caseta de periódicos en Buenos Aires y encuentra fotos y posters de Perón, Gardel, Evita, Maradona, Borges. Son sus héroes. Maradona, derrotado burdamente como entrenador en el Mundial de Fútbol de Sudáfrica, fue recibido por más de 20 mil seguidores en el aeropuerto de Buenos Aires. Yo estaba allí y era una locura. También estuve en el entierro de Sandro 50 mil personas, otra locura, en pleno enero llovían rosas de las ventanas.

Hace poco Uribe era un dios. Hoy es un señor acosado por la justicia, con unos cuantos seguidores. Mañana estará aún más solo y vilipendiado. Cuando Uribe no apoye su candidatura a la presidencia, hasta María Fernanda Cabal abjurará de su liderazgo. Ya verán.

Gabriel García Márquez fue el escritor más grande del siglo 20. Acaba de vender 250 mil libros de Cien años de Soledad en Japón, muy poco se supo de esta proeza en Colombia. Es además el escritor más traducido. Superó a Cervantes. Aquí pasaron desapercibidos los diez años de su muerte. Vaya uno a saber qué pasaré en el centenario de su nacimiento, justo dentro de tres años.

Botero era el pintor vivo más importante del mundo hasta hace poco. Cuando murió, dejó un gran nombre más allá de nuestras fronteras. Pero acá muy poco suena.

Nada suena acá.

Petro suena ahora porque es un polemista, un gran polemista, que vive de provocar y provocar. Es si se quiere un vendedor de ilusiones y un publicista, tal como era el espíritu del M-19: incumplido, llevado de su parecer. Y cuando ha sido cumplido, se le ve sin un gran equipo y sin preocupación por construirlo.

Caudillo… no sé: ni su mujer le obedece de a mucho.

Reformista y a la vez rebelde, Petro cree que las reformas pueden salir por la fuerza de su justeza. Es retórico, pero acertado en su retórica. Imagínense lo que ha sido en doscientos años de historia republicana las élites gobernando a sus anchas un país al que han dejado en el tercer lugar de los más desiguales en el mundo, el de mayor concentración de la tierra. Ahí está la retórica de Petro.

¿Mal ejecutor? Bueno, dice el tan citado Nobel de Economía, James Robinson, que la falta de ejecución es un rasgo de todos los presidentes colombianos. ¿Quieren un gran ejecutor? Les tengo uno: Germán Vargas Lleras siendo vicepresidente de JM Santos, con tres ministerios en sus manos ejecutó 65 billones de pesos en dos años largos: en vivienda, carreteras, aeropuertos, con muy pocos o ningún gran escándalo de corrupción. Pero no tiene fortuna electoral, porque el país se cansó de las élites y luego se cansará rápido de Petro y de la izquierda, y vendrá otro outsider y también será muy temporal su reinado…

Quizás sea bueno esto de que no hay gloria que dure…

En todo caso, los perfiles sobre Petro son muy pobres. Y el de Mendoza es igual de desatinado y pobre, pero no lo voy a presentar como mi gran aporte a la caracterización del gobierno ni del presidente.

No aspiro a que alguien publique o me ayude a vender mis libros, pero quizás en un año tenga un libro que con seriedad se aproxime a lo que es esta primera experiencia del primer gobierno de izquierda. Puedo intentarlo si lo comparo con Lula, con la Sheinbaum, con López Obrador, con Gabriel Boric, para tratar de entender esta segunda ola de gobiernos de América Latina.

Voy a irme poco a poco por la región no para lamentar ni para reír, como decía Spinoza, sino para tratar de entender. Es lo que voy a hacer sin pretensiones, sin rabia, sin los odios que nunca he abrigado.

@LeonVaLenciaA

* Imagen de portada, tomada de Revistametro.co

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