Después del asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moïse, ocurrido en la madrugada del miércoles 7 de julio, se supo por el jefe de la Policía de ese país, Leon Charles, que el comando que cometió el homicidio estaba compuesto por 28 hombres, 26 de ellos colombianos.
La Policía Nacional de Colombia confirmó además que 15 de los detenidos y dos de los abatidos son colombianos. La mayoría había pertenecido al Ejército, uno de ellos el teniente coronel Carlos Giovanni Guerrero, el detenido con más alto rango.
Para resolver inquietudes en torno a tan anómala situación, en El Unicornio hablamos con Omar Eduardo Rojas Bolaños, sociólogo con maestría en Seguridad Pública excoronel de la Policía Nacional, hoy exiliado en Europa por su investigación acerca de los falsos positivos entre 2002 y 2010. A continuación puede ver la entrevista completa.
Según Rojas Bolaños, “no se puede desconocer que las escuelas militares y de policía en Colombia forman personas para la guerra, algunas se han encargado de formar mercenarios. Así las cosas, a Colombia no solo la reconocen por sus esmeraldas, por el café o la cocaína, también por ese soldado mercenario que llevan a todas partes”.
Dice el coronel Rojas que los mercenarios colombianos «están o han estado en el Medio Oriente, en Arabia, Siria, Afganistán o Irak, han participado en operaciones encubiertas, unas han salido bien (y el mundo no lo ha sabido), pero otras como la intención que tuvieron contra Maduro se les cayó, y la de Haití deja una mala imagen de las Fuerzas Militares de Colombia».
El sociólogo considera que “estas escuelas de formación adoctrinan a las personas sobre el castrochavismo, sobre un enemigo comunista, socialista de izquierda. Entonces, eso conduce a este tipo de acciones donde los militares «actúan legal o ilegalmente para hacer operaciones no muy sacras”. Y agrega que “se nota como la Cancillería colombiana ha permitido que personas que están siendo investigadas por la JEP por falsos positivos, puedan salir tan abiertamente para hacer este tipo de actividades”.
Rojas señala que “el enemigo interno en Colombia para las Fuerzas Militares son los integrantes de partidos políticos socialistas, comunistas, liberales, de avanzada, los estudiantes, los indígenas, los campesinos, los escritores, todas esas personas que critican al Gobierno o que quieren mejores condiciones sociales, son declarados enemigos. En la escuela se les enseña a los policías y a militares que con el enemigo no se negocia, al enemigo toca eliminarlo. La pena de muerte fue establecida en Colombia y más fuertemente a partir del año 2002 para acá, la pena de muerte es legal en Colombia siempre y cuando lo haga un agente del Estado, sea militar o sea policía. Por eso en muchas operaciones militares al enemigo que se rinde se le da de baja, lo asesinan”.
Y asegura que “la doctrina militar y la formación militar se ha desviado en Colombia, ellos no tienen una identidad nacional. Ejército y Policía no responden a los postulados constitucionales, no tienen esa referencia, sino una americana”.
Y subraya que “en Colombia las Fuerzas Militares están politizadas, y no hacia movimientos políticos de centro sino de extrema derecha. Usted mira las redes sociales de militares como activos o como civiles, son los mayores defensores del Centro Democrático y de Uribe. Por eso, es que este partido propone que se siga incrementando el número de efectivos en las fuerzas armadas, porque cada soldado, cada policía viene con su familia y son cinco o seis votos que van a tener en las urnas para ellos”.
Por último, habló sobre de un proyecto editorial en el que trabaja, donde propondrá la reestructuración de las Fuerzas Armadas, la Policía y el Ejército. Rojas hace parte del movimiento Veteranos por Colombia que ya cuenta con más de 800 miembros exintegrantes de las Fuerzas Armadas, quienes creen que los primeros que deben defender los derechos humanos son los integrantes de las Fuerzas Armadas y la Policía.
“En Colombia a la Policía la convirtieron en la cuarta fuerza militar, tenemos que desligarla”, culminó.