Por HUMBERTO TOBÓN*
“Estuve paseando por Los Ángeles y quedé aterrado del espectáculo de pobreza que me tocó ver. Igual o peor que cuando existía la “calle del cartucho” en Bogotá”. Mi amigo no da crédito a semejante situación. Tanto él como la mayoría de ciudadanos están convencidos de que Estados Unidos es el epítome del buen vivir. Pero se equivocan. En la Meca del capitalismo viven 40 millones de personas en condición de pobreza y alrededor de un cuarto de estos tienen que resignarse a “vivir” en un andén, en un lote abandonado, debajo de un puente e incluso en su propio vehículo. Hasta este punto se ha degradado el sueño americano.
Los pobres en Estados Unidos no son únicamente los migrantes. El fenómeno de la pobreza también ataca a muchos norteamericanos que no pueden asegurarse una vida digna con sus ingresos mensuales.
Los efectos destructivos de la pandemia, la inflación, el alza generalizada de la tasa de interés y el costo de los arrendamientos y los alimentos son los factores que han acelerado el empobrecimiento del 12% de la población estadounidense.
Estados Unidos no es el único país rico que tiene que enfrentar el fenómeno de la pobreza. El Reino Unido vive una situación similar. Los costos de la energía sumados a la inflación y al bajo crecimiento de la economía, han hecho que cerca de 12 de los 57 millones de personas que viven en este país estén en condiciones de pobreza, a tal punto que han reducido el número de comidas diarias, la cantidad de horas de uso de energía y el consumo de elementos para su aseo personal.
Estos dos epicentros de la economía mundial también están viendo cómo millones de familias han tenido que abandonar sus hogares por la imposibilidad de pagar sus deudas hipotecarias y se disputan espacios públicos dónde pasar sus noches.
Lo paradójico del fenómeno de la pobreza en Estados Unidos e Inglaterra es que la mayoría de quienes están atrapados en la pobreza tienen un empleo, con un salario que no les alcanza para sufragar los gastos básicos mínimos.
Otro hecho que caracteriza a estas dos economías es que las contribuciones del Estado para paliar las necesidades de los estratos más pobres y vulnerables, se han venido disminuyendo sustancialmente.
Los millones de personas que están viviendo en las calles de Estados Unidos e Inglaterra, están generando un incremento sustancial de la inseguridad, aumento de enfermedades cuyos costos de atención son impagables, mayor consumo de estupefacientes y drogas tan adictivas como el fentanilo y destrucción de la unidad familiar.
Lo que está sucediendo en estas dos grandes economías del mundo, se repite también en la comunidad europea, donde el nivel de pobreza alcanza un promedio del 22%. Un hecho que pareciera imposible, pero que es una realidad que avergüenza a la humanidad, especialmente porque en todos estos países la concentración de la riqueza crece y crece.
@humbertotobon
*Subgerente de planeación regional de la RAP Eje Cafetero