Por JAIME DAVID PINILLA*
En el Foro Económico Mundial que se adelanta en Davos, Suiza, el discurso del presidente de Argentina, Javier Milei, fue más parecido a una sustentación de pregrado de Economía que a una intervención a la altura de las circunstancias, pues estuvo plagado de mentiras e imprecisiones. Me pregunto qué habrán pensado de sus afirmaciones los representantes de la socialdemocracia.
Empezó diciendo que en 1895 Argentina se convirtió en “la primera potencia mundial”, lo cual es discutible. Es verdad que ese año Argentina tuvo el PIB más alto del mundo, pero para ser potencia mundial se requiere tener una influencia política, económica y militar que el país que hoy gobierna nunca ha tenido. En esas materias y para esa fecha Estados Unidos, el Reino Unido, Francia o Japón le llevaban inmensa ventaja.
Unos minutos más tarde, si bien tuvo razón cuando dijo que el PIB se multiplicó hasta 15 veces gracias al modelo de la revolución industrial, dijo que esta sacó de la pobreza al 90 % de la población “mundial”. Esa afirmación quizás sea válida para Europa, pero deja por fuera la población de África y América, incluida Argentina.
Cuando dijo que el socialismo es un modelo empobrecedor per se, no tuvo en cuenta los datos de pobreza de la de la Rusia zarista de 1917, estimados entre 80 y 90 %, que contrastan con los de la URSS en 1990 (12 %). Son datos y hay que darlos.
Un poco más adelante, cuando afirmó que el socialismo es responsable del asesinato de 100 millones de personas, estaba haciendo una afirmación tendenciosa. Ese dato es citado por algunos historiadores franceses, autores de El libro negro del comunismo, pero jamás ha sido probado y sí bastante discutido.
En cambio, sí son datos probados (incluso siendo conservadores), los 30.000 muertos que dejó la construcción del Canal de Panamá, los 500.000 que dejaron las caucherías, los casi 100 millones que dejó la Conquista de América y los más de 10 millones que dejó la trata de esclavos, sin contar otros 10 o 15 millones de marineros muertos. Y estos son apenas unos cuantos proyectos de “empresarios exitosos” a los que Milei califica de benefactores sociales, de héroes.
En fin, es el Milei que no ahorró insultos para la “casta” a la que ahora pertenece, el que llama “parásitos” a los que viven del Estado, como él lo es ahora mismo, el que promete resultados dentro de 45 años, el outsider libertario tan predecible que cierra toda intervención con el mismo latiguillo de “Viva la libertad, carajo” —que ya hasta sigla tiene— y que llegó a restringir libertades desde su primer día de gobierno.
Milei sigue siendo Milei…
* Historiador de la Universidad Industrial de Santander. Corrector de textos para editoriales. Ha colaborado en publicaciones de la FAO y varias ONG. Fue presidente de la Asociación Colombiana de Correctores de Estilo (Correcta), de la que es miembro fundador. Formó parte del equipo editorial que tuvo a cargo el Informe final de la Comisión de la Verdad.
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