-Y aunque parezca inverosímil, está llevando a sus representantes a todos los rincones de la tierra-
Ahora los ignorantes, palurdos, misóginos, homófobos, patanes, xenófobos, racistas, majaderos, cretinos, necios, borricos, anti-ecologistas, insensatos e imbéciles, hombres y mujeres, se sienten representados por esos especímenes de la extrema derecha que se están tomando el poder en el mundo. Es normal; si ven a uno igual de mala persona a ellos, sin estudios, que ataca a la ciencia, al conocimiento, a la igualdad entre personas y a los derechos humanos, y que niega el evidente cambio climático, se sienten compensados: uno de su mismo tamaño -minúsculo-, ha llegado al poder: así el personaje elegido sea un gran millonario, son los más pobres e iletrados quienes más le votan; necios eligiendo necios y sí es posible, criminales de guerra, para satisfacer sus deseos primitivos de sangre y poder.
Los más necesitados son quienes están eligiendo a presidentes de ultraderecha para que les arranquen de un cuajo los derechos que tras décadas de mucho trabajo les había traído la democracia, generalmente representada por personas de centro y de izquierda democrática. Esos votantes están arruinado el futuro de sus sociedades. Y hay que ver con cuánto orgullo los nuevos líderes y sus primitivos seguidores pasean su ignorancia por todos los medios, esparciendo el odio sin límites, en especial por la redes sociales o los diarios digitales de extrema derecha.
Muchos de ellos atacan milenios de ciencia, asegurando que la tierra no es redonda sino plana; que si no se cae la gente de cabeza, es la prueba más inmediata de que la tierra es plana: ellos, los necios, van pregonando por el mundo, y son legión, la cuadratura del círculo. Con estas nuevas ‘ruedas cuadradas’ dirán que superan a quienes hace unos 6.000 años inventaron la rueda: invención que llevó a la humanidad a evolucionar a gran velocidad de mano de la ciencia.
En resumen, los zoquetes se están tomando el poder en todo el planeta.
Y nosotros, los que nos creemos listos… ¡lo estamos permitiendo!
OLGA GAYÓN/Bruselas