Por HERMANN SÁENZ PRIETO
Al parecer el destino no pregunta cosas, él tiene su propio plan e interviene en la vida de los seres humanos, va poniendo al frente obstáculos, misterios, tentaciones, piedras en el camino para saber de qué estamos hechos; como si alguien estuviera mirando, desde el ojo mágico de una puerta, esperando a ver qué hace la gente frente a todo eso, si el alma se pierde o salen invictos.
Sobre esas y otras cosas nos pone a pensar El hombre que hablaba de Marlon Brando, novela editada por Editorial Planeta (2020), del escritor J. J. Junieles; que cuenta –entre muchas cosas- los seis meses que vivió el actor Marlon Brando, ganador de dos premios Óscar a Mejor Actor, en Cartagena de Indias, durante 1968-69, mientras filmaba la película Quemada, dirigida por el italiano Gillo Pontecorvo; muy recordado por su película La batalla de Argel; entre muchas otras cintas.
Una novela de 412 páginas, que nos recuerda lo que dice C. S. Lewis, “leemos para descubrir que no estamos solos”, y que podríamos clasificar como un thriller histórico de suspenso, que se inicia en Berlín, luego se desarrolla en gran parte en Cartagena, con varios momentos en Roma y sur de Italia, y luego termina de nuevo en la capital de Alemania.
Junieles es un escritor, periodista y guionista nacido en Sincé (Sucre), creció en Cartagena donde estudió Leyes, vive en Bogotá desde hace más de quince años, y nos dice que no quiso que su libro se convirtiera sólo en una acumulación de anécdotas sobre la historia del cine en Cartagena de Indias; sino más bien en una novela con todos los elementos dramáticos que convierten a esta obra en una recreación de la vida. Allí no solo cuenta las vivencias de Brando, sino de varias estrellas del celuloide que han pasado por La Heroica en más de un centenar de películas que se han filmado en esa ciudad, patrimonio de la humanidad, hermosa, pero también con muchos problemas, contrastes y desigualdades sociales.
Al final el libro se convierte en un homenaje a ese amor que se vive en Cartagena por el séptimo arte, que va mucho más allá de la realización anual de un Festival de Cine desde hace 60 años, y de las cientos de filmaciones hechas en sus calles y plazas; porque ese amor es un asunto cultural y social tan humano, que escapa a la comprensión y solo hay que entregarse a vivirlo.
Junieles habló con El Unicornio y nos contó muchas cosas:
Aunque la narración contiene muchas anécdotas, ante todo es una novela. ¿Cuál es su trama?
Así es, la novela contiene muchas anécdotas, sin embargo todas están unidas por algunas historias centrales que atraviesan todas sus páginas. Ya sabemos que una novela es ese universo donde tiene cabida todo en sus justas proporciones, por ejemplo, en la mía se empieza con el pedazo de una crónica, aparece el monólogo de un locutor radial, varias letras de viejos boleros, incluso un salmo de la Biblia, varios refranes populares, algunos correos electrónicos y muchos recursos más. Hace falta en el libro un mapa de Cartagena, señalando los lugares en donde ocurren los hechos, y que pienso introducir en las próximas ediciones.
Un abogado que tiene como pasatiempo escribir en el periódico local es contratado por un italiano para que escriba una crónica sobre la filmación de la película Quemada que fue filmada en 1968 y 1969 y en la que ese extranjero trabajó. La historia inicia en Berlín, luego se traslada a Roma y enseguida a Cartagena de Indias, donde se desarrolla la mayoría de las situaciones, y después termina otra vez en Berlín; siempre teniendo como base muchos hechos históricos verificables.
Alguien podría bautizar la novela como un thriller histórico, una novela policiaca o de suspenso, o de varias formas más, pero yo siento que en realidad es una novela de amor, ese sentimiento que merece atención especial, esa música sin nombre, que muchas veces no tiene principio y final; porque el amor, en sus muchas formas, sabe gritar muy bien con los labios cerrados, despertándonos a la vida y todas sus posibilidades.
Temáticamente podríamos decir que no sólo narra los seis meses que permaneció Marlon Brando en Cartagena, sino también narra los personajes anónimos que participaron en la película, porque Brando no necesita presentación, pero me pregunté, ¿qué fue de la vida de los 1.000 extras que participaron en esta película? Alguna vez el difunto Reston Bitar, poeta y maestro de ajedrez de familia de origen sirio, quien participó en cientos de películas y novelas de TV filmadas allí, y quien inspiró el personaje de Alsino Bitar, me dijo alguna vez: “Cada vez que se acababa una película, no queríamos creer que el espectáculo había terminado, y que nuestra vida volvería a esa rutina, que nada tenía de afortunada”.
Si bien en Cartagena se han filmado más de 100 películas entre el siglo XX y lo que va del XXI la película Quemada tuvo un impacto importante porque fue la primera gran película que se filmó allí con una inversión de seis millones de dólares y con una estrella como Brando que ya había ganado un Óscar por Nido de ratas. Marlon ya era muy conocido en la ciudad para cuando llegó en el año 68, porque su gente tiene una gran tradición fílmica, entonces la novela no solo recrea lo que pasó en la filmación de la película, sino que cuenta sobre todo un par de historias de amor que se desarrollan en ese marco, y ya sabemos que el amor, las pasiones humanas, son las que mueven las ruedas del mundo.
Usted dice que la historia se inicia en Berlín, ¿en qué año?
Se inicia en 2015, tres años después de que ocurren los hechos que se narran inicialmente, el periodista retorna al pasado empujado por la nostalgia, ese estado que nos hace viajar en el tiempo e intentar recuperar cosas perdidas; y es que los fantasmas tienen buena memoria, a veces mucho más que los vivos. Así que el periodista, Santiago Barón, está en Berlín, reconstruyendo su vida, porque las maletas pequeñas te llevan a cualquier lado, y de pronto –porque el azar juega con la vida ya sabemos- tiene un encuentro accidental con una fotografía que sale de la nada, entonces se desencadena esa nostalgia, esa “saudade”, entonces vuelve a lo que ocurrió en Cartagena, a una serie de situaciones extrañas que ocurrieron, y es así que volvemos a ese pasado que sigue vivo; porque como bien decía Faulkner, “el pasado nunca se muere, existe, ni siquiera ha pasado”. Yo, personalmente, he tenido que dejar ir muchas cosas y otras las he perdido por mi culpa. Todo eso hace parte de la nostalgia, que muchas veces es la única conexión que todavía tenemos con personas que desaparecieron, y que llevamos cruzadas en el corazón.
Además de Quemada se habla de un gran número de películas que se filmaron en La Heroica ¿Cuántas películas se citan en el libro?
Hubiera sido imposible meter una anécdota por película, porque quizá se han filmado cerca de 120 películas en Cartagena, y ese no es un dato confiable. Mi editor en Planeta, Christopher Tibble, me sugirió que sacara muchas historias porque en realidad la novela no es una crónica, es una novela y como tal tiene elementos dramáticos que deben respetarse para que el lector la viva de esa manera. Sin embargo, dejé varias historias de películas muy representativas, por ejemplo, La Misión que fue filmada en Cartagena en 1985 con la participación de Robert De Niro, entonces recreo a un De Niro haciendo fila para entrar a cine en el teatro Cartagena, como cualquier parroquiano más, que era su forma de distraerse mientras no filmaba la película.
Aproveché la novela para hacer un homenaje a la ciudad y ese amor que la gente tiene por el cine. Yo crecí en un barrio como Getsemaní en el centro de Cartagena, donde existieron siete cines en una sola manzana de calles, yo no sé en qué otra ciudad del mundo haya existido algo similar. A Cartagena siempre llega y nace gente amante del cine y de la literatura. Hay que recordar que García Márquez comienza en la ciudad su carrera como periodista en el diario El Universal, algunos dicen que andaba por las calles con camisas que parecían un atentado a la estética, con el grupo de Cartagena, compuesto por Héctor Rojas Erazo, Gustavo Ibarra Merlano, Clemente Manuel Zabala, y la gran Cecilia Porras, esa pintora maravillosa muy querida y respetada por ese grupo. Siempre ha sido una ciudad con una vida cultural muy intensa.
¿Cuáles fueron sus fuentes para recopilar toda esa cantidad de anécdotas sobre las filmaciones en Cartagena?
Yo empecé por mi experiencia personal. Hice arqueología en la memoria familiar. También entrevisté a mucha gente, a taquilleros, vendedores de boletos de cine, porteros, a las personas que vendían dulces y comida dentro de los teatros. También cinéfilos que iba a cine todos los días, gente que yo conocía muy bien, y que se hubieran vuelto locos si vivieran en la realidad todo el tiempo. También duré investigando como unos seis meses en la Biblioteca Nacional de Bogotá, donde están los archivos de Diario del Caribe, Diario de la Costa, y el diario El Universal, centrándome especialmente en los años 1968 y 69, cuando se filmó la película. Me gustó sobre todo lo primero, volver a mis memorias de infancia y adolescencia, de cuando entraba a ver películas a las tres de la tarde y salía a las diez de la noche. Todo eso era maravilloso. Heráclito decía que ningún hombre se baña dos veces en el mismo río, porque no son las mismas aguas, y tampoco es el mismo hombre, pero yo creo que en el río del recuerdo siempre podemos bañarnos todos, muchas veces, y eso en materia creativa y vital es muy importante. Todo eso arde junto en la misma hoguera.
¿Nos puede contar alguna de las anécdotas relacionadas con Brando que esté en el libro?
Me acuerdo de una. Marlon Brando estaba un día filmando en un pueblito cerca a Cartagena que se llama San Cayetano, estaba todo listo para iniciar la grabación, y entonces Brando vio a una mujer que se bajó de un bus, se acercó a ella; dicen que era una mulata hermosísima, se fue hablando con ella y dejó abandonada la filmación, no se supo de él durante varios días. Así era él. Vivía en una casa de Bocagrande, cerca de la playa. Se aburría mucho en los días que no había filmación, entonces se escapaba en las noches con algunos amigos, y se iba a tocar tambores a los bares y discotecas que estaban abiertas en Cartagena en el 68. Brando era aficionado de los bongós que son un tipo de tambores grandes, no viajaba a ningún lugar del mundo sin sus siete tambores, era un amante de la música afroantillana, también se escapa en las noches a bañarse en la playa y a bailar con la gente de Cartagena.
¿En ese momento cómo estaba la vida afectiva de Marlon Brando?
Marlon la estaba pasando difícil en ese momento en su vida se estaba separando de su mujer, él quería quedarse con la custodia de sus dos hijos. Durante esos seis meses que él estuvo en Cartagena tuvo que irse en varias ocasiones a Los Ángeles a citaciones en juzgados para defender la custodia, entonces estaba en medio de una separación, filmando la película en condiciones que no eran las mejores. En esa época filmar una película llevaba mucho tiempo, no es como ahora que una película se filma en tres semanas, o menos tiempo. También tuvo muchas dificultades con el director, Pontecorvo, porque él era muy perfeccionista, y hacia que Brando repitiera hasta 49 veces una escena, porque no alzaba suficientemente la copa de vino en la escena, porque no giraba en el momento en que el director lo consideraba; así que eso se volvió un duelo de egos. Hay que tener en cuenta que Brando cambió la historia de la actuación, gracias a las libertades creativas que se tomaba, y por eso todas sus películas hoy son estudiadas por muchos. El presidente del Festival de Cannes, no recuerdo su nombre, decía que los actores eran unas marionetas en manos de los directores, antes de Marlon Brando, y se volvieron realmente actores después de verlo trabajar a él.
¿Alguien dijo que esta fue la mejor actuación de Marlon Brando en la historia del cine?
El mismo Brando lo dice en su autobiografía, Las canciones que me enseñó mi madre, y le dedica diez páginas a su experiencia de filmación de la película Cartagena. Hay que tener presente, que Brando no paraba de trabajar, llegó a hacer 40 películas, así que dedicarle diez páginas a Cartagena en sus memorias, eso es muy significativo; dice por ejemplo: “Creo que hice la mejor actuación de mi vida en la película Quemada, que fue filmada en Cartagena, una pequeña ciudad del Caribe que parecía estar muy cerca del infierno. Hacer esa película fue algo ¡salvaje!”.
¿Aparte de Marlon Brando y de Robert De Niro, de cuáles otros grandes actores se habla en la película?
Mira que también cuento una curiosidad interesante que no conocía. Ya sabemos que el Festival de Cine de Cartagena es una tradición en la ciudad, lleva 60 años, gracias al evento muchas estrellas llegan todos los años. Alguien me contó que Roman Polanski, el director polaco, se reunió con el actor Jack Nicholson en el hotel Caribe de Cartagena durante dos semanas a discutir y corregir la versión final del guion de la película Chinatown, ¡un clásico del cine!. Y en la novela se cuentan muchas curiosidades más desconocidas por la mayoría de la gente y que a muchos sorprenderán.
¿Cómo ha sido la acogida del libro por parte de los lectores?
Yo creo que el propósito y sentido de una novela o de cualquier manifestación artística, es el de crear un mundo propio en el cual la gente pueda encontrar compañía, conocimiento o refugio. Yo sé que muchos que lean la novela no van a ser los mismos cuando la terminen y sentirán que vivieron muchas cosas, que acompañaron a los personajes en sus aventuras, y en ese sentido es muy satisfactorio que muchos lectores me escriban y comenten que no leyeron la novela sino que la vivieron.
¿Y ahora a qué está dedicado?
Hay que trabajar creando. Hay que excavar el pozo antes de tener sed. Ya empecé a escribir una nueva novela, a veces los temas se me imponen, yo sólo intento corresponder a ese impulso; es un misterio para mí, si el acto de creación no fuera tan misterioso y operaran cosas tan extrañas, no lo seguiría haciendo. También quiero seguir escribiendo crónicas periodísticas y haciendo letras de canciones que todavía nadie ha escuchado. Ya terminé de corregir una nueva colección de cuentos inéditos, que espero salga el próximo año, le puse punto final a otro libro de poesía inédita que está esperando su momento, y estoy revisando un guion de largometraje de ficción, “Las guitarras de la noche”, basado en tres de mis cuentos, que escribí junto a una talentosa guionista y realizadora audiovisual cartagenera, Vanesa Pérez Uribe, y que ojalá podamos producir muy pronto. Uno cuando descubre la magia que hay en la creación, se deslumbra ante esa verdad, y entonces ya no hay vuelta atrás. Todos necesitamos de esa magia en nuestra vida para seguir adelante y creyendo en que siempre son posibles los finales felices. Todavía tengo muchas cosas que contar.