De la entrevista exclusiva que le concedió Salvatore Mancuso al subgerente del Sistema de Medios Públicos de RTVC, Hollman Morris, hay dos aspectos dignos de destacar, referentes a dos asesinatos: uno, el del humorista Jaime Garzón, donde el entrevistado reconfirma que “nosotros cogimos como autodefensas responsabilidad en esos hechos. Directamente yo no, pero sí a través de las órdenes dadas por nuestro comandante, Carlos Castaño”.
Y dos, lo que constituye la más grande novedad de todo lo que ha dicho Mancuso desde su regreso: “Cuando Vicente Castaño le solicitó al comisionado de Paz Luis Carlos Restrepo y al presidente Uribe, que él se entregaba si se firmaban los acuerdos a los que habíamos llegado las AUC con el gobierno Uribe (…), lo que ocurrió fue que asesinaron a Vicente. Y quien estuvo detrás de esa muerte como instigador fue Luis Carlos Restrepo.” (Ver entrevista).
Lo anterior se traduce en que Restrepo -autorizado u ordenado por Uribe, vaya uno a saber-, habría movido los hilos entre la tracalada de asesinos con los que estaba sentado en Ralito, para que mataran y desaparecieran a un estorbo que se negaba a entregarse mientras no hubiera una firma de los acuerdos que lo protegiera… ¿de qué? De lo que le pasó…
¿Y a los otros que se acogieron a la paz de Uribe y Restrepo, qué les pasó? Pues que apenas comenzaron a contar quiénes los apoyaron para cometer sus masacres, se volvieron también un estorbo. Motivo por el cual Uribe los juntó a todos en un solo racimo humano y los metió dentro de un avión extraditados a una cárcel de Estados Unidos, para taparles la boca.
En lo referente al crimen de Vicente Castaño, lo que cuenta Mancuso permite disipar fuertes rumores sobre una supuesta huida suya al reino del anonimato. Pero lo más revelador, sin duda, es que muestra a un comisionado de Paz (óigase bien, de Paz), dándose sus mañas para instigar, sugerir u ordenar un asesinato. No sabemos cuál de los tres verbos es el indicado, pero con certeza -si hemos de creerle a Mancuso- uno de ellos se ajusta a lo ocurrido.
Y vaya coincidencia: instigar, sugerir u ordenar el asesinato de Jaime Garzón también se ajusta a lo que el Ejército Nacional en la figura de José Miguel Narváez esperaba de Carlos Castaño. Y Castaño obedeció y mató a Garzón, y días después se daba contra las paredes, como le contó Piedad Córdoba a El Unicornio días antes de su fallecimiento. (Ver relato).
Loe verdaderamente llamativo es que la historia dio un vuelco insólito, hasta un punto en que el pacifista Luis Carlos Restrepo pasó de perseguidor a perseguido, con orden de detención por su presunta participación en la falsa desmovilización de la compañía Cacica La Gaitana de las Farc, registrada en marzo de 2006. Frente a esa acusación es claro que él fue un chivo expiatorio, pues el mismo cubrimiento de los medios dejaba ver que para la sola logística de semejante montaje se tuvo que contar con la activa participación de Inteligencia del Ejército.
Antes de su precipitada fuga, Restrepo cumplía juicioso las citaciones que le hacía la Fiscalía de Viviane Morales, y él se defendía haciendo acusaciones veladas contra el compañero sentimental de ella, Carlos Alonso Lucio, quien fue asesor de los grupos paramilitares en Ralito. Pero el acervo probatorio fue contundente, y por eso Restrepo se dio a la fuga, del mismo modo que lo hicieron Andrés Felipe Arias y María del Pilar Hurtado, completando así un ramillete de tres tristes prófugos ilustres.
Hace diez años dije en columna para Semana que mientras el exministro Arias le guardaba una abyecta lealtad a Uribe, no ocurría igual con Restrepo y Hurtado, dos personas que tuvieron y siguen teniendo la información requerida para hundirlo, si quisieran hacerlo.
En lo referente a Restrepo, sea la ocasión para contar que nos conocimos entre 1990 y 92, como consultores de Naciones Unidas en el Plan Distrital de Prevención de Drogas, siendo alcalde de Bogotá Juan Martín Caicedo. Y no caigo en infidencias si cuento que fuimos amigos, hasta el punto de haber dirigido él la tesis de grado de quien luego fue mi esposa, psicóloga ella de la Javeriana. Ahora bien, si en efecto me diera por ser infidente, agregaría que alguna noche de desocupados en el patio de una institución que él tenía para rehabilitar a drogadictos, por los lados del barrio Pontevedra, lo vi fumarse más un porro.
Si la memoria no me falla, la última vez que conversé con Luis Carlos le conté que yo iba apoyar a mi paisano Horacio Serpa a la presidencia, creyendo que él coincidiría conmigo, pero quedé estupefacto cuando me dijo que se la iba a jugar toda por Álvaro Uribe. Corría el año 2002.
Lo llamativo es que hoy a Restrepo se le presenta la misma oportunidad que ya agarró Mancuso, la de presentarse ante la JEP en su condición de actor del conflicto y resolver sus líos con la Justicia. ¿Cómo? Contando todo lo que sabe tanto sobre Uribe, como sobre la relación de estrecho maridaje que hubo entre el gobierno de la Seguridad Democrática, sus Fuerzas Armadas y las Autodefensas Unidas de Colombia.
¿No tiene acaso nostalgia Luis Carlos Restrepo de regresar a su natal Filandia (Quindío), a donde en alguna ocasión me invitó en compañía de mi novia? Por supuesto que sí, no puede caber la menor duda.
Así las cosas, solo queda decir: Luis Carlos, donde quiera que estés, desmovilízate. Tu familia y amigos te esperan.
Ya para terminar, la entrevista de Hollman con Mancuso sirve de asidero para afirmar que fue injusta la expresión usada por la W Radio (“La mafia que se tomó a RTVC”) para titular una denuncia de Juan Pablo Calvás sobre aparentes manejos amañados o nepotistas por parte del subgerente de Soporte Corporativo, Jorge Luis Arzuaga, mando derecha de la gerente Nórida Rodríguez. Es obvio que ellos no son un par de mafiosos, y esto explica que en modo autocrítico la W haya cambiado el titular por “El roscograma que se tomó a RTVC”.
Ahora bien: cuando el río suena, piedras lleva. No puede ser que la defensa de RTVC apunte a decir “W Radio mafiosa”. Que tampoco lo es. Ya se presentó una situación complicada con Olmedo López en la Guajira y con la señora Baracaldo en Bienestar Familiar, y esto no se puede repetir en RTVC. Mejor dicho, pregunto: ¿por qué no es Hollman Morris el que está en la gerencia? Es algo que no se entiende. Zapatero a tus zapatos, dicen por ahí.