Lo que va de Nicolás a Nicolás

Por JORGE GÓMEZ PINILLA

Anda circulando por ahí una caricatura de Mheo (Mario Hernando Orozco), donde se le escucha decir al presidente Gustavo Petro, apesadumbrado: “Si malcriaron a Nicolás, fue a mis espaldas”. El dicho se ajusta a la verdad histórica, pues estamos hablando del primer hijo que tuvo, por los días que vivía en Zipaquirá, aunque con una novia que había conocido desde niño en Ciénaga de Oro, Katia Burgos, perteneciente a una de las familias más tradicionales de ese municipio cordobés.

Estando Katia embarazada, Petro se incorpora al M-19 e ingresa a la clandestinidad, por lo que ella se regresa a Ciénaga de Oro. Pero no a casa de sus padres, pues su familia había renegado de ella, sino que se fue a vivir con su suegra, Clara Nubia Urrego, y su cuñado, Juan Fernando Petro, quienes le ayudaron a criar al pequeño Nicolás.

Volvió a saber del padre de su hijo cuando fue capturado en Santander, mientras se movilizaba entre Girón y Barrancabermeja, en cuya cárcel fue recluido. Al llegar a esa ciudad, luego de una accidentada travesía en compañía de su cuñado, en la primera visita dominical que le hizo al preso Katia se lleva la terrible sorpresa de coincidir con el nuevo amor de Petro, Mary Luz Herrán, oriunda de esa ciudad, quien para la fecha estaba en quinto de bachillerato, tenía 16 años y pertenecía a la Juventud Comunista (JUCO).

A Mary Luz la conoció en Girón, fueron compañeros de convivencia y de lucha durante 15 años, y tuvieron dos hijos, Andrés y Andrea, cuyos nombre por cierto fueron un homenaje de Petro a la persona que los presentó, el entonces comandante Andrés Almarales, quien habría de perecer en la toma al Palacio de Justicia en 1985.

En este contexto conviene mencionar que el M-19 se desmovilizó el 8 de marzo de 1990, y fue después de esta fecha que Mary Luz y Gustavo tuvieron a sus dos hijos. El matrimonio duró hasta el 2003.

Tres años antes Petro conoce a Verónica Alcocer, 17 años menor que él. Fue durante una conferencia que dictó en la Corporación Universitaria del Caribe de Sincelejo, siendo ella estudiante de Derecho. Verónica provenía de una familia católica devota, con un padre conservador y admirador de Álvaro Gómez Hurtado, el abogado Jorge Emilio Alcocer, tío de Mario Fernández Alcocer, exsenador del Partido Liberal investigado por parapolítica y casado con una senadora cercana al clan Char, Ana María Castañeda, del partido Cambio Radical.

Cuando se conocen, Verónica era madre soltera de un hijo que había tenido meses antes con un compañero de universidad, bautizado como Nicolás Arbeláez Alcocer. Pero al momento en que se van a vivir juntos, Petro decide adoptarlo, y entonces pasa a llamarse Nicolás Alcocer Petro.

Y es aquí donde llegamos al verdadero motivo de esta columna, para demostrar cómo el hijo adoptado ha compartido mucho más tiempo de calidad que el biológico del mismo nombre, y de quien los sucesos recientes en torno al escándalo destapado por su exesposa Daysuris permiten concluir que terminó convertido en el hijo calavera.

Esto para brindar claridad entonces en que las mañas que hoy se le conocen a Nicolás Petro Burgos no las adquirió de la influencia o el contacto directo con el hoy presidente de la República, sino todo lo contrario: de su lejanía con el papá.

DE REMATE: Llega como anillo al dedo la columna de Cecilia Orozco hoy en El Espectador, donde pone el dedo en la llaga con frases contundentes como esta: “Gritan ‘castigo’ –como ciertamente lo merece– para el hijo de un presidente que irrumpió en las altas esferas oficiales sin pertenecer a ellas; pero acallaron el escándalo mayúsculo de “los hijos de otros expresidentes” que se hicieron multimillonarios durante la administración de sus padres, como lo aseguró” el mismo Gustavo Petro.

@Jorgomezpinilla

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