El historiador, abogado, politólogo y escritor Álvaro Tirado Mejía publicó su más reciente libro, El presente como historia, que él considera como sus memorias. En conversación con El Unicornio destacamos algunos de sus más importantes apuntes en desarrollo de la entrevista, que puede verse completa en el video adjunto.
“Cuando nací, Medellín tenía 200 mil habitantes y Colombia 8 millones de habitantes, la mayoría población rural. Y aunque viví en Medellín los primeros 9 años, me crie en el campo. ¿Por qué? Porque Medellín no iba sino hasta la banda derecha del río Medellín”.
“Participé en el primer foro de derechos humanos que hubo en el país. Fui fundador del Comité de Derechos Humanos de Antioquia, donde asesinaron prácticamente a la mitad de los miembros activos, entre ellos a Héctor Abad Gómez y a otros colegas y compañeros míos, algunos compañeros de universidad”.
“Los nadaístas nunca fueron un grupo rebelde per se, fueron un grupo de rebeldía contra una sociedad totalmente anticuada. Eran los años 60, donde los estudiantes y la juventud se sacudieron en todo el mundo, porque era algo generacional. El más viejo de todos era Gonzalo Arango, que en ese momento tenía 27 años. Nosotros nos reuníamos en el café Metropol a tomar cerveza y al lado iban los nadaístas y nos hicimos muy amigos”.
“En ese momento el faro intelectual era Francia. Cualquier joven que tuviera inquietudes intelectuales, su ambición era ir a París, porque era el momento de Sartre, Camus, del existencialismo, del estructuralismo. La literatura norteamericana la empezábamos a conocer con Dos Passos, Faulkner, Hemingway, pero era principalmente la literatura francesa. Y se leía la revista Tiempos Modernos”.
“Durante el Frente Nacional hubo una apertura intelectual y también ayudó a mitigar el problema de violencia, tuvo defectos, pero eso hay que reconocerlo. Yo participaba en el MRL, un movimiento de izquierda, todavía la palabra izquierda no asustaba. Alfonso López Pumarejo era de izquierda, Darío Echandía era de izquierda. Había una izquierda liberal democrática, y en esa perspectiva el MRL era de izquierda democrática”.
“El marxismo entro un poco después, pero ya el marxismo que entró en ese momento era un marxismo más teórico que práctico. En ese momento había dos marxismos, uno el de los partidos soviéticos, que era muy aburridor porque eran los manuales de la Unión Soviética. Y el otro era el marxismo intelectual. Y había otro tipo de corrientes que era el de la Revolución China, que se estaba consolidando. Surgió la revolución cultural, un espejo para mucha gente en Occidente, pero muy pronto se conoció la barbarie que había detrás de ello”.
“Lo único que lamento de mi vida es no haber sido constituyente. Yo me presenté en una lista aparte, una lista de opinión y confié que eso era suficiente. El día en que se cerraban las listas me llamó Guillermo Perry a ofrecerme que estuviera de tercero, donde salió Horacio Serpa que fue un gran amigo mío. Yo lo estimé mucho, fue una gran persona, un hombre muy decente, un luchador. Me ofrecieron el tercer puesto, yo creí que salía con votos de opinión, no acepté y hubiera quedado”.
“A mí me parece que al doctor Virgilio Barco, no le han dado el verdadero crédito a su gobierno. Yo lo definiría como un verdadero demócrata, respetuoso del Estado de derecho, un hombre con un sentido social muy amplio. Barco dijo vamos a gobernar con el esquema de gobierno oposición, muy valeroso”.
Con García Márquez surgió la idea de hacer unos reportajes desde París para la revista Alternativa, él me dio las claves, todavía no era premio Nobel, me dijo hable con tal y tal, y yo le dije que me diera la presentación. El me contestó que no daba presentaciones, pero que recordara que cuando hablara con tal persona dígale que García Márquez le manda saludos, y a mí se me abrieron las puertas, por ejemplo con Claude Julien que era el director de Le Monde Diplomatique, primero me dijo que no daba entrevistas ni reportajes, cuando le dije que iba de parte de García Márquez, me dijo que sí.
“Estuve en Estocolmo hablando con Pierre Schori, quien era un viceministro de relaciones exteriores de los socialdemócratas suecos, tal vez el que más sabía de América Latina y fue embajador en Naciones Unidas. Con él almorcé y le hice un reportaje, a la salida me dijo: «dígale a García Márquez que vuelva por aquí». Lo que pasa es que él me dijo que no venía por aquí sino por el Premio Nobel, le respondí”.
“A Antonio Caballero lo conocí en Alternativa cuando estaba recién fundada, vine a Bogotá porque acababa de publicar un libro que se llama Introducción a la historia económica de Colombia que lleva 23 ediciones legales y por ahí 100 mil copias piratas, eso circuló por todas las universidades y yo competía con el Libro Rojo de Mao. Hablé con Antonio, él había leído el libro, a él siempre le gustó la historia, sabía mucha historia de Colombia y tuvimos nuestra primera conversación. Él era un muchacho bogotano, yo un muchacho paisa, muy jóvenes conversamos muy bien y yo me vinculé a Alternativa en la segunda fase. Era un escritor prodigioso, tomaba el tema y escribía su columna, un columnista extraordinario y un gran personaje”.
Foto de portada: RCN Radio