Por GERMÁN AYALA OSORIO
Ser hijo de un político reconocido en Colombia deviene como una suerte de destino inmodificable, pues la política pareciera ser el camino al que están obligados a recorrer los vástagos de quienes han hecho parte del régimen de poder e incluso, de aquellos que se pusieron al margen, lo criticaron y lo quisieron cambiar sin éxito.
Los hijos del inmolado Luis Carlos Galán Sarmiento están atados a la política no solo por el apellido, sino por la esperanza que un importante sector de la población colombiana depositó en quienes sintieron tempranamente el poder mafioso y criminal del estado de cosas que el gran líder del Nuevo Liberalismo atacó con vehemencia. Juan Manuel y Carlos Fernando Galán Pachón, hijos del sacrificado dirigente liberal, son de algún modo víctimas, como miles de colombianos, del oprobioso establecimiento colombiano.
Estos brotes del sacrificado liberal no pudieron con la responsabilidad y el “peso histórico” de llevar el apellido de Luis Carlos Galán. Aunque hace rato optaron por plegarse a la inercia del ignominioso régimen de poder, hoy son noticia porque acaban de adherir a la campaña del candidato presidencial Rodolfo Hernández, un octogenario que representa lo más avieso de la oligarquía usurera y corrupta que su padre enfrentó desde las toldas del Nuevo Liberalismo. A pesar de saber que los autores intelectuales del crimen de su progenitor actuaron desde los intereses de un sector del establecimiento, los hermanos Galán decidieron prematuramente estar del lado de quienes son responsables de dos de los históricos problemas del país: inmensa pobreza y concentración de la riqueza en pocas manos.
Ambos hermanos llegaron a la política por ser hijos del mártir. Y han estado viviendo de la política, gracias a las malas influencias de viejos zorros del régimen de poder. A Juan Manuel Galán lo malcrió César Gaviria, mientras que su hermano Carlos Fernando se “levantó” bajo la negativa influencia de Germán Vargas Lleras.
Juan Manuel y Carlos Fernando Galán Pachón escogieron el camino fácil: acomodarse al régimen, vivir de sus prebendas. Incapaces de recoger las banderas de lucha de su padre, estos dos hijos adoptivos del establecimiento colombiano no solo hicieron trizas el legado de Luis Carlos Galán, sino que se convirtieron en dos iliberales, entregados a la furia conservadora que representa Rodolfo Hernández, un viejo reaccionario, violento, godo, misógino, vulgar y machista. Dirán que la “política es dinámica”. No, más bien se trata de un caso propio de la dinámica política, en un país en el que los ideales y las consignas ideológicas se negocian con la frialdad con la que Juan Manuel y Carlos Fernando Galán se entregaron al uribismo, representado en la candidatura de Rodolfo Hernández Suárez.
Estos dos delfines revivieron el Nuevo Liberalismo para que les sirviera de fachada y ocultar así su incapacidad y desinterés de enfrentar a las lógicas o las estructuras mafiosas desde las que se ordenó asesinar a su padre. Es posible que después de conocer los detalles y las circunstancias del magnicidio de su padre, el miedo los haya apresado, hasta el punto de olvidarse de las luchas de su progenitor.
Quizás quienes esperaban más de los hijos de Luis Carlos Galán hayan caído en el error de pensar que las luchas, la inteligencia, capacidad, liderazgo y talante siempre se heredan. Y no. Está probado en el fútbol, en las artes y en la política, por supuesto, que llevar la sangre de un gran futbolista, artista o líder político no es garantía de que sus descendientes vayan a sacar esos talentos y capacidades. Estos dos hermanos Galán Pachón escogieron el camino más fácil: vivir del régimen, simulando que lo quieren cambiar.
@germanayalaosor