Por GERMÁN AYALA OSORIO
Al reconocer públicamente que consume marihuana habitualmente, la representante a la Cámara por el Pacto Histórico, Susana Boreal, alborotó el avispero: salieron cientos de policías morales a condenarla en las hogueras de la hipocresía y del doble rasero. Curiosamente, sus verdugos hacen parte de ese sector de la sociedad cuyos miembros viven moralmente confundidos y con bajísimos niveles éticos.
Por supuesto que los medios estuvieron pendientes para facilitar su asesinato moral. Los periodistas que suelen codearse con miembros de la alta sociedad y del espectáculo saben que el consumo de marihuana y de perico es más normal que los cosquilleos en Transmilenio. Pero había que hacer la tarea de asesinar moralmente a la joven política, pues ella agita las banderas del cambio. Eso sí, sus verdugos asumen el cambio como el regreso a las “buenas costumbres”, esto es, vender en público una imagen de rectitud, mientras en lo privado se consume licor y todo tipo de sustancias psicotrópicas. Ya unos meses atrás había sido apaleado moralmente Daniel Carvalho, también Representante a la Cámara, pero por el Partido Verde Oxígeno.
Lo sucedido con Boreal obedece a una estrategia diseñada por quienes le hacen oposición política al gobierno de Gustavo Petro. La idea, de cara a las elecciones regionales de octubre, es desgastar la imagen positiva que aún conserva el presidente de la República y la de quienes defienden sus ideas. Saben quienes están detrás de la ruin estratagema política y electoral, que la doble moral en Colombia es un valor político-electoral que opera muy bien para descalificar a la izquierda, orilla ideológica que está asociada a la idea de poner por encima del orden establecido la ley y la libertad. Y fumarse un cacho es, justamente, visto como una acción retadora de ese orden inmoral en el que vivimos y de la doble moral en la que militan los policías morales que atacaron a Boreal.
Me pregunto: ¿Qué necesidad tenía Susana Boreal de reconocer públicamente que consume todos los días un porro? No es motivo de vergüenza, pero tampoco de orgullo. Pasa lo mismo con la sexualidad y las creencias religiosas: esos asuntos se deben de quedar en el ámbito de lo privado, en particular cuando sabemos que dentro de la sociedad colombiana hay cientos de miles de ciudadanos dados a ponerse moralmente por encima de aquellos que gustan de confrontar a la Colombia goda, la que disimula y encubre sus verdaderas cochinadas.
Les avergüenza Susana Boreal pero admiran y practican las ideas de políticos corruptos, mafiosos y señalados de la comisión de delitos de lesa humanidad, de violación de periodistas, de fraude procesal y manipulación de testigos.
Frente a lo acontecido con su novio o pareja, entra en el mismo juego basado en la dualidad moral-inmoral. Eso sí, se esperaba un manejo más responsable con su Unidad de Trabajo Legislativo (UTL). Boreal dio un enorme papayazo a la godarria que sigue agitando las banderas de las «buenas costumbres», en un país donde la mayoría de los políticos son corruptos, mafiosos o algo peor.
Eso sí, prefiero 6.402 veces a un político que le guste consumir ‘la chistosa’, y no a quienes disfrutan ordenando masacres, desplazamientos de campesinos y robándose el erario.
Lo mismo que le hicieron a Boreal y a Carvalho se lo hicieron en 1993 a Carlos Ossa Escobar, entonces miembro de la Junta Directiva del Banco de la República, a quien le encontraron su dosis personal de marihuana en su maletín, antes de abordar un avión. Pasa el tiempo y seguimos enfrascados en discusiones y escándalos en torno al consumo de la “chistosa”. ¿Será por eso que, como sociedad y nación, somos un chiste?
@germanayalaosor