Los pros y contras del mototaxismo

Por ISMAEL OROZCO*

El editorialista del periódico Vanguardia nos recuerda que el Juzgado 15 Administrativo de Bucaramanga ordenó prohibir el parrillero hombre, mayor de edad, como medida para combatir la piratería.

Es un juez interviniendo donde la autoridad municipal no lo hace, a pesar de habérselo ordenado hace mucho tiempo.

En 2002 se expidió la Ley 769 que establece sanciones para mototaxistas. La Ley resultó inocua, nada se corrigió; entonces expidieron el Decreto 2961 de Septiembre de 2006, para recalcar y aclarar. Evidentemente, tampoco ha funcionado.

Albert Einstein dijo: “Si quieres resultados diferentes, no hagas siempre lo mismo”. Ahora es un Juez, quien repite.

Infortunadamente nuestros alcaldes no asimilan experiencias ni prédicas, pese a ser predicadores y “sermoneros”, algunos de ellos. Solamente el antepenúltimo alcalde entendió la prédica, pero no procedió. Decía que había que atacar las causas ms que las consecuencias y procedió a informarse. Encontró que “el mototaxismo es más que una disfunción del sistema de movilidad.

Se trata de un problema estructural incidido por factores como la marginalidad social, la falta de acceso a la educación, el desempleo, los bajos salarios, errores de planeación del transporte masivo, bajos niveles de cultura ciudadana”. (Tesis de grado en Trabajo Social, UIS, Emil de Jesús Guerra). Cuando el alcalde asimiló plenamente las dificultades que tendría para su gobernanza en el asunto, se asustó. Era tema de largo alcance, sin tiempo ni recursos. Y decidió “hacerse el pingo”.

Pero, simultáneamente, también se informó de la existencia de 500.000 motos en el área metropolitana, que consumen un promedio de 250.000 galones de gasolina al día y que con sobretasa a la gasolina (17% en Bucaramanga y 20% en Bogotá) generaban $382,5 millones diarios,  y que agregados a impuestos de rodamiento, multas y trámites, se llega a una buena suma.

Como se observa, el asunto adquiere connotaciones no solo sociales y económicas sino políticas (muchos presuntos electores) y probables perturbaciones en el orden público (protestas).

Siendo así, no es de extrañar los esguinces que le hacen los gobernantes al tema. También hay otros aspectos que no pueden ignorarse. Según estudios de la ANDI, a julio 2024 el país registró 12 millones de motos, esto es el 62% del total del parque vehicular, que   es comprado en un 91% por gente de estratos 1, 2 y 3; y que el  38% de los compradores son mujeres.

También es importante saber que el 93,5% de las motos son producidas en el país por  ocho ensambladoras, que generan más de dos millones de empleos directos e indirectos. Hemos visto encuestas de ese mismo periódico y datos del área metropolitana de Bucaramanga, donde señalan que el 24,81% de los peatones prefiere movilizarse en moto. Cifra muy por encima del transporte pirata vehicular con 17,94%, y del bus con 16,04%.

Si las cosas son así, corresponde averiguar el porqué de esas cifras. En Bucaramanga, como en muchas otras ciudades de Colombia, la preferencia por la moto en lugar del bus se adjudica a:

Ahorro de dinero: Cuesta más pagar una mensualidad de montar en bus que el operar, mantener y abonar a cuota mensual el valor de la moto.

Flexibilidad: La moto ofrece mayor flexibilidad para moverse por la ciudad, especialmente en áreas congestionadas.

Tiempo de viaje: Es más rápido que el transporte en bus.

Acceso a áreas restringidas: Pueden acceder a donde los buses no pueden llegar.

Cultura de la moto: En Bucaramanga hay una fuerte cultura de la moto.

Falta de Transporte Público eficiente

Incertidumbre: Inciertos y largos tiempos de espera en estaciones debido a trancones en ruta, agota la paciencia del usuario.

Incomodidad: La falta de espacio personal produce un fastidioso apretujamiento, sobre todo incómodo para las mujeres.

La moto se convierte en un activo, una vez se cubre el crédito. El usuario de bus no obtiene nada.

El alcalde que buscaba las causas del mototaxismo sabía que nos movemos dentro de un espacio agresivamente capitalista y muy competitivo. Para triunfar en un negocio como el que comentamos, es necesario hacer las cosas de manera más atractiva (bueno bonito y barato, dicen) que las de la competencia.

A la moto hay que competírle con servicio, calidad, seguridad y precio, no pensando únicamente en el bolillo, porque las contradicciones se agudizan y terminan con presos y muertos. Con  solo el bus no es posible, ni aún subsidiándolo. Transmilenio en Bogotá recibe $ 3,2 billones al año, además de tarifa. Y las motos siguen creciendo. Ya veremos qué pasará con el criticado metro elevado en construcción de Bogotá, a costo desconocido y menor capacidad que la de uno subterráneo, como el que presentó Petro.

Al cierre de esta columna, escuchamos la noticia de la salida del alcalde de Bucaramanga. Ojalá que quien llegue en su remplazo no lo haga poseído de antipetrismo ni animado por prédicas de “planes candado”, al extremo que no permitan considerar propuestas de  sus adversarios políticos y religiosos  para lograr movilidad de calidad y sostenible, como la que presentó su adversario el médico Jaime Calderón con el monorriel elevado, con suficientes virtudes para ganarle a la moto.

@IsmaelOroz95512

* Ingeniero de Transportes y Vías de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC). Exalcalde de Floridablanca, gerente de los Ferrocarriles Nacionales división Santander, director del distrito 15 de Carreteras del entonces ministerio de Obras Públicas.

Sobre el autor o autora

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