Por HUMBERTO TOBÓN*
Existe un importante grupo de personas y empresas que se quedan con la mayor parte de los cerca de 350.000 millones de dólares que se transan anualmente en toda la cadena del mercado del café a nivel mundial, la mayoría de ellos sin haber visto un solo gramo del fruto de la rubiácea. Mientras tanto, los productores no logran obtener más del 8% de todas esas transacciones y, al final, después de descontar gastos, sus utilidades apenas sí representarían el 3% de esta fabulosa cifra.
En el mundo se negocian 170 millones de sacos de café verde de 60 kilogramos cada uno, o sea, 21.000 millones de libras, cuyo valor de transacción puede fácilmente llegar a los 40.000 millones de dólares. Pero este es apenas el principio de la operación. De ahí en adelante vienen los intermediarios, exportadores, especuladores en bolsa, grandes tostadoras, multinacionales de alimentos, empaquetadoras, agencias de publicidad, distribuidores y supermercados.
Toda esta cadena multiplica por casi 10 veces el valor inicial de las transacciones cafeteras, que es el espacio donde participa el caficultor. De este primer eslabón no pasan los productores, quienes se tienen que conformar con ver cómo otros, que no se ensucian las manos, ni deben pagar los costos de producción, ni sufren por las pérdidas, ni se angustian por un verano excesivo o por unas lluvias torrenciales, se quedan con por lo menos el 92% de los rendimientos de una industria muy poderosa.
Los millones de familias que cultivan café en el mundo, apenas sí obtiene una ínfima parte de los beneficios del negocio, lo que explica en gran medida por qué ellas, en su mayoría, viven en condiciones de precariedad, haciendo que los territorios que habitan también exhiban indicadores de pobreza muy altos.
Como la mayor parte del café que se produce en el mundo se comercializa verde, se convierte en una materia prima para una cadena que le imprime valor, al punto que una libra de café molida de buena calidad puede llegar a negociarse a 17 dólares en los mercados europeos y norteamericanos.
Además, una taza de café de 300 mililitros en una tienda en Suecia vale 7,2 dólares, en Nueva York 3,3 dólares, en París 5,4 dólares, en España 3,9 dólares y en Alemania 4,4 dólares. (https://viajar.elperiodico.com/viajeros/cuesta-cafe-starbucks-pais-mapa-81039407)
En el largo recorrido de especulación al que se somete cada grano de café en el mercado internacional, queda rezagado lo que pomposamente se denomina «comercio justo del café», que en teoría atiende a criterios de equidad social y protección medioambiental, al cual apelan las grandes empresas tostadoras y comercializadoras, en un discurso que intenta resaltar la solidaridad y el bienestar con los cultivadores.
Pero toda esa palabrería de justicia y solidaridad no modifica la inocultable realidad de que las familias cafeteras son mayoritariamente pobres. Podemos mirar hacia Brasil, Vietnam, Colombia, Etiopia, Indonesia, Uganda, Honduras o India, y comprobaremos que los cultivadores de café apenas sí tienen un producto de subsistencia.
@humbertotobon
*Estos conceptos no comprometen a la RAP Eje Cafetero, de la que soy Subgerente de Planeación Regional