Por GERMÁN AYALA OSORIO
El episodio protagonizado por la primera dama de la nación, María Juliana Ruiz, y el director del Archivo General de la Nación, Enrique Serrano, no solo es bochornoso, sino que compromete la credibilidad del Gobierno, en virtud a que mediante un comunicado oficial se calificó como noticia falsa lo publicado por Noticias Uno, sobre una reunión entre la señora Ruiz y Serrano, en la que se habló de publicar la autobiografía de la esposa de Iván Duque.
En lugar de reconocer que la reunión se dio para exaltar la labor de la primera dama y de anteriores señoras que ocuparon esa “dignidad”, la Casa de Nariño quiso golpear la credibilidad del noticiero y de la periodista Juliana Ramírez. Pero la jugadita le salió mal al escribano oficial, pues Noticias Uno publicó un chat en el que efectivamente Serrano reconoció que se reunió con María Juliana Ruiz.
Así las cosas, quedaron como unos mentirosos y la periodista y su noticiero reclamaron como victoria el haber develado la trapisonda en la que incurrieron en la Casa de Nariño para ocultar la maniobra ilegítima de la primera dama.
Pueden muchos pensar que tanto dicha reunión como el motivo de la misma son una nimiedad frente a los graves problemas que enfrenta el país. Pero no. Resulta que, aunque la señora Ruiz Sandoval no es funcionaria estatal, su figura -aunque decorativa- compromete la ya de por sí imagen negativa que del Presidente de la República tiene la opinión pública.
Además, más allá de la actitud veleidosa de la esposa de Iván Duque y de las componendas que armaron Hassan Nassar y medios afectos al Gobierno para desvirtuar la versión de la periodista de Noticias Uno, este bochornoso episodio afecta la legitimidad del actual Gobierno. Vamos por partes, como diría Jack el Destripador.
Por legitimidad se entiende el grado de aceptación de una autoridad por parte de aquellos que tienen que aceptar esa autoridad (Camps, p. 44). Repito: pese a que Ruiz Sandoval no es funcionaria, ser la esposa del presidente Duque compromete la imagen que la opinión pública se forma del actual Gobierno. A lo que se suma la intervención del asesor de comunicaciones de la Casa de Nariño, quien no solo buscó ocultar lo denunciado por Noticias Uno, sino que orquestó un movimiento mediático- institucional con el objetivo de enlodar la credibilidad de un medio de comunicación crítico de la actual administración.
Si la conclusión es que todos los involucrados mintieron, ello de manera natural afecta la legitimidad del Gobierno de Duque en virtud a que si algo no acepta la opinión pública es que los gobernantes de turno digan mentiras y traten de timar a los ciudadanos. Y un buen gobierno debe, día a día, ganar en legitimidad, esto es, la aceptación, el respaldo y el respeto de sus gobernados. Camps dice que un buen gobierno no debe perder la confianza de los ciudadanos (p.45). Y es claro, que en esta oportunidad la desconfianza creció en unos y en otros, empezó a coger forma.
Al develarse lo que realmente pasó, la Primera Dama quedó como una mentirosa ante la opinión pública, pues momentos antes de la emisión de Noticias Uno, en la que se aclararía lo que realmente pasó entre ella y el director del Archivo General de la Nación, le dijo a un periodista de RCN, medio afecto al Gobierno, que no se había reunido con Serrano.
Igualmente, quedaron como embusteros Hassan Nassar y los periodistas de varios medios de comunicación que se prestaron para calificar como Fake News lo informado y denunciado por Noticias Uno. En esa misma línea, Enrique Serrano quedó como fullero, a pesar de que ahora sostiene que la periodista Juliana Ramírez <<lo sacó de contexto>>.
Todo lo anterior se suma a los graves problemas que arrastra la administración de Iván Duque Márquez en relación a la eficacia y efectividad de sus decisiones y políticas. Baste con señalar la lentitud y la parsimonia con la que se viene dando el <<exitoso plan de vacunación>> del país, para darnos cuenta de la ineficacia y de la poca efectividad de un Gobierno que da tumbos al intentar manejar el aparataje estatal.
En lo que respecta al ejercicio periodístico, lo que colegas periodistas tramaron en contra de Juliana Ramírez es la expresión genuina de lo que está pasando hoy en Colombia: de un lado, hay empresas y periodistas que optaron por incrustarse en el Régimen para defenderlo a dentelladas, así toque <<morder>> a los colegas que eligieron hacer periodismo tal y como manda su deontología. Y del otro lado, unos periodistas críticos, con algo de independencia, haciendo el control a quienes ostentan poder. Y en este caso, María Juliana Ruiz asumió que por ser la Primera Dama de la Nación podía presionar a Serrano para que publicara su autobiografía, a pesar de que no es función de dicha entidad asumir ese tipo de actividad editorial.