Por GERARDO MARTÍNEZ MARTÍNEZ
Ante usted, De Roux Francisco,
quiero hablar de mi verdad,
sea o no la realidad
pues veo que es usted ‘buen pisco’.
Llevo adentro un potro arisco
para la doma imposible,
con excusas por fusible
que ahora quiero contar;
no sin antes aclarar
que sigo siendo infalible.
Con la verdad no hago tratos;
menos con la Comisión
que tenga como misión
el cuestionar mis relatos.
Sus versiones nada acato;
son dichos de amangualados;
si hubo muertos camuflados
no tuve que ver en eso.
Igual, siempre salgo ileso:
“me engañaron los soldados”.
¿Cuál que eso no es creíble?
Si hubo delito, no fui
tienen que creerme a mí:
sí, me engañaron ¡qué horrible!
Aunque parezca imposible
siendo ídolo contumaz,
no me contradigan mas
que los males que tenemos
hace rato lo sabemos:
son los Acuerdos de Paz.
Pero si les queda duda
de mi inocencia absoluta
e integridad impoluta,
permítanme que a esto acuda:
acepto que se sacuda
de delitos el costal,
y, aunque eso sería fatal,
propongo en favor de todos:
negros, blancos, rojos, godos,
una amnistía general.
Sí, nos arropamos muchos
con una misma cobija.
Las culpas a la valija
sin preclusiones por puchos.
Sean jóvenes o sean cuchos,
la seguridad revive;
democracia hoy se concibe
sin tribunales ni cortes.
Esgriman como soportes,
que aquí es “lo que diga Uribe”.
@pedrojdelvalle