Nichito de periodistas

¿Qué nos hace periodistas? ¿El periodismo es oficio o profesión? Estas dos preguntas han sido el cuerpo de un debate largo; de una discusión antigua. Hay otra pregunta: ¿Para ser periodista debe tenerse el título? Sí, debería ser; pero, entonces ¿qué hacer con esa larga lista de periodistas de verdad cuyos títulos son diferentes, o sencillamente no tienen título?; es como poner en duda a José A. Morales y a Mozart como compositores porque no estudiaron en academia. Por el otro lado, ¿qué hacer con tantos periodistas con título, que trabajan como periodistas, o se hacen llamar periodistas, pero son un completo desastre?: son propagandistas, pregoneros, mandaderos… Una vergüenza; y hay de todos los colores sociales y políticos.

En el oficio de periodista (o profesión, como quieran) deben tenerse muy claros los conceptos de información y opinión, que son dos cosas completamente distintas. La opinión es completamente subjetiva y, en cambio, la información debe ser lo más cercano posible a la objetividad, si contamos con que la objetividad es utópica; aunque para acercarnos a esa utopía hay recursos y herramientas, como la confrontación de ideas y fuentes, entre otras alternativas.

Lo que no debemos hacer es creer que, porque alguien tiene un medio formal, una empresa de comunicaciones o trabaja en un medio convencional está autorizado por la sociedad para divulgar información, muchas veces revuelta con falsas noticias y mentiras, sin clasificación que permita al oyente saber qué está recibiendo; como tantas estrategias de mercado, que disfrazan de información las campañas de ventas. Y que, además, estos medios y estos periodistas convencionales son los únicos autorizados para vender el fruto de su trabajo y contratar con entes privados y públicos. No; los medios y los periodistas alternativos pueden, además de opinar, presentar información de manera profesional y (como está sucediendo cada vez más evidentemente) mostrar un trabajo ético y recto, muchas veces por encima de sus homólogos convencionales.

Las entidades públicas, por lo general, además de su oficina de prensa (que, aunque tiene periodistas, trabaja de otra manera), contratan con medios masivos para la divulgación de su información “oficial”, que no es precisamente el dechado de la objetividad, pero que viene siendo costumbre desde hace rato. Solo ahora está causando piquiña porque los contratos no están llegando a los mismos bolsillos de siempre.

El experimento sería canalizarles de nuevo tantos miles de millones de pesos que de 2022 para atrás se les entregaban a manos llenas a los medios tradicionales del país. Se me ocurre que puede apagarse toda esa furia que motiva a hablar tan mal del Gobierno, y tal vez comiencen ellos a hablar cosas lindas de don Petro y los demás. Plata es plata, como dicen.

@PunoArdila

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