No es paro, es una insurrección popular

Por DIEGO OTERO PRADA

Estamos frente a una verdadera insurrección popular, en continuación de los levantamientos de 2019 que no pudieron culminar por la aparición de la pandemia del Covid-19, seguida por los levantamientos de los estudiantes en septiembre de 2020 que llevaron a muertes, heridos, gente que perdió un ojo, violaciones sexuales, encarcelamientos y saqueos, algunos realizados por las fuerzas de la Policía, delincuentes comunes y paramilitares.

Es la unión nunca antes vista en Colombia de organizaciones sociales, de razas, de clases explotadas, en cerca de 800 municipios.

La lucha de clases sí existe

Hay una lucha de clases dura en Colombia. Contrario a lo que dicen comentaristas de la derecha, liberales y aún gente progresista y de izquierda, la lucha de clases es algo objetivo, que no desaparecerá nunca, a menos que se rompa con el sistema capitalista.

En Colombia tenemos que las clases explotadoras están integradas por los grandes dueños del sector financiero, los terratenientes, los grandes comerciantes e industriales, con su cuerpo de pistoleros (ejemplo Cali) y paramilitares, para defenderlos a sangre y fuego. Como soporte ideológico se encuentran los intelectuales del sistema, medios de comunicación como RCN, Caracol, CMI, Cablenoticias, Noticable, NTN24 y otros. Los medios impresos, El Tiempo, EL Espectador, Semana, El Colombiano, El País y muchos periódicos regionales. Los grandes medios son propiedad del capital financiero representado en el grupo de Sarmiento Angulo, y corporativo como el de Ardila Lule. En otras palabras, el capital es propietario de casi el cien por ciento de los medios de comunicación.

Están además las clases explotadas, integradas por la clase trabajadora que está al frente de las luchas, los obreros rurales, los pequeños y medianos campesinos, los jóvenes, los indígenas, los afros, las minorías sexuales, las mujeres progresistas, parte de la clase media, los artesanos, los desempleados, los pequeños comerciantes, los transportadores, los millones de informales, de pobres, los profesionales y los intelectuales progresistas y revolucionarios. Es más, hay personas pertenecientes a la clase media-alta que están contra el régimen duquista-uribista-paramilitar-mafioso.

Una revuelta contra el capitalismo financiero

Tal como en las revueltas de mayo de 1968 en Francia, Italia y Alemania, de los jóvenes en México de 1968 masacrados por el régimen del corrupto Partido Revolucionario Institucional (PRI), de los movimientos en Chile de los últimos años, de la nueva izquierda estadunidense representada por Bernie Sanders, hoy en Colombia los jóvenes se han movilizado por millones contra el sistema.

El levantamiento colombiano de 2021 va dirigido contra los partidos tradicionales, contra la corrupción, contra el militarismo, contra el capital financiero, el paramilitarismo, los medios de comunicación del sistema, contra el uribismo. Está a favor de la paz, de las negociaciones con el ELN, es una insurrección que cubre muchas clases explotadas y con propuestas muy numerosas y amplias. En el fondo es una revuelta contra el capitalismo financiero y los terratenientes colombianos. Es un movimiento contra la élite, contra la “gente de bien”.

Las consignas de los marchantes son muy dicientes. “Preferimos morir por la pandemia que morir de hambre”, “En un narcoestado ser “gente de bien” es una vergüenza “, “Fuera Duque”, “Fuera Molano”, “Fuera Zapateiro”, “Elecciones ya”, “Hay que cerrar el Congreso”

Van 32 días de insurrección y no parece que vaya a parar el movimiento. El gobierno de extrema derecha está utilizando una estrategia de demorar toda posibilidad de negociación mientras reprime, esperando que la gente se canse y la «gente de bien» se imponga con sus desinformaciones y sus pistoleros en las calles.

La estrategia del gobierno es dilatar

La estrategia del gobierno es clara: estigmatizar al movimiento exagerando los casos de violencia, mucha de ella dirigida por las fuerzas policiales, los pistoleros y los paramilitares.

En los casos de violencia identificamos los siguientes autores:

* La delincuencia común, que siempre aprovecha cualquier revuelta en Colombia y en el mundo para pescar en río revuelto;

* Las fuerzas policiales vestidas de civil que incendian;

* Comandos especiales que roban establecimientos comerciales, disparan, queman buses y hasta CAIs; 

* Escuadrones del ESMAD que saben que esto provoca a los manifestantes, especialmente a los jóvenes que los odian, y producen confrontaciones que dan lugar a violencia;

* Pistoleros y paramilitares que sirven a las clases emergentes, de terratenientes y de mafiosos que viven en las ciudades, en barrios exclusivos de grandes mansiones con sus guardias armados;

* Grupos minoritarios del ELN y disidencias Farc;

* En séptimo lugar los mismos manifestantes, muchos de ellos con rabia y que realizan actos como quema de oficinas del sector financiero, derrumbe de estatuas, en expresión simbólica de sus protestas.

Es decir, tenemos una mezcla super explosiva.

Para seguir derrotando al régimen hay que continuar la lucha, no se puede parar, no se le puede dar respiro a este sistema capitalista explotador. Los muchachos lo dicen en todos sus cánticos perfectamente: ¡Resistencia! Hay mucha desconfianza sobre ciertos elementos del Comité del Paro, de ciertas fuerzas que siempre han conciliado y terminan traicionado al movimiento, que acusan a los manifestantes por los bloqueos y piden que terminen.

En toda insurrección popular el sistema económico se para, es normal que aspi ocurra. En Colombia las «gentes de bien» dicen que han perdido 15 billones de pesos y le echan la culpa al paro, nunca al Estado mafioso. Estas pérdidas no son nada comparadas con lo que han perdido millones de colombianos en 200 años de opresión oligárquica. Solamente para hablar de los 3,6 millones de desempleados en la actualidad, por cada mes que pasa dejan de recibir por lo menos 10 billones de pesos.

Debilidades y fortalezas

La fortaleza de la actual insurrección es su carácter anti sistémico, su nivel cada vez mayor de organización y de independencia, su fuerza en lo que piden, su nivel de resistencia, su constancia, su resiliencia, su aguante, su desconfianza del sistema y aún del Comité del Paro, que muchos dicen no los representa.

Es la unión nunca antes vista en Colombia de organizaciones sociales, de razas, de clases explotadas, en cerca de 800 municipios, su alegría, la utilización de herramientas de comunicación como las redes sociales, blogs, periódicos locales, carteles, volantes, camisetas, banderas, el manejo de las culturas regionales, la música, la cultura en todas sus expresiones. Su horizontalidad, ya organizan asambleas populares, discusiones entre los manifestantes, cambio de opiniones, participación sin distinciones de ningún tipo, su espíritu democrático. Es una verdadera revolución democrática popular y antisistema.

El sistema tiene miedo y utiliza la militarización, la estigmatización, la exageración y las falsas informaciones para debilitar esta insurrección popular. Tratan de dar a entender que la insurrección es promovida desde el exterior, desde Rusia, Cuba, Venezuela, que es un complot internacional, inventan todo tipo de absurdos y mentiras, muy característico de la derecha en todo el mundo, ya que no tienen argumentos valederos.

Si resisten los jóvenes, los explotados, las clases medias en vía de extinción, los obreros, todo ese conjunto de gente que se vienen expresando desde el 28 de abril, si aguantan más de quince días el sistema no resiste, los propietarios quiebran y el régimen se verá obligado a negociar de verdad. Si no lo hace, si sigue con un baño de sangre, el país se derrumba. ¿Serán inteligentes las clases dominantes y escogen la negociación, o un cambio de régimen para salvarse? 

@DiegoOteroP

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