Per GERMÁN AYALA OSORIO
Con el fallo de la Corte Constitucional que le devuelve la personería jurídica al Nuevo Liberalismo(NL), los hijos de Luis Carlos Galán Sarmiento tendrán la oportunidad de limpiar la mala imagen que vienen consolidando como políticos afectos al régimen y cercanos a los sectores tradicionales. Juan Manuel y Carlos Fernando, el primero haciendo parte del insepulto Partido Liberal y el segundo de Cambio Radical, participan de la vida política apoyados más en las huellas dejadas por su padre que en virtudes propias de los hijos.
La emotiva celebración de los vástagos del inmolado líder político permite constatar que la desaparición del NL está asociada a la desaparición física de Galán, asesinado, por fuerzas oscuras que incluyen al DAS en asocio con el gran capo Pablo Escobar y con el paramilitarismo. Ahora bien, los agasajos por la decisión de la Corte Constitucional deben derivar en acciones ético-políticas como la de tomar distancia de Vargas Lleras y de César Gaviria Trujillo, así como de los clanes políticos que son responsables, políticamente hablando, del crimen de su padre y de la privatización del Estado.
El Nuevo Liberalismo y el apellido Galán son la misma «marca política», y les corresponde cuidarla como un bien colectivo, en un país con escasos referentes éticos en la política y nulos faros morales entre los partidos.
En este contexto, los hijos de Luis Carlos Galán están obligados a dar un giro ético-político de 180 grados si de verdad quieren recuperar o al menos honrar la memoria de su inmolado progenitor.
Lo cierto es que hasta el momento los Galán han hecho muy poco por presentarse como verdaderas opciones de poder, en la línea disruptiva planteada por su padre. Más bien, lucen proclives a mantener cierto silencio cómplice frente a asuntos estructurales que hacen que Colombia sea como Estado y sociedad un país inviables e insostenible.
Es de esperar que los Galán aprovechen esta oportunidad de revivir el Nuevo Liberalismo. El partido que fundó su padre y ellos mismos tendrán una segunda oportunidad sobre la Tierra, ahora para intentar “refundar la patria”, pero no en el sentido dado por los paramilitares a esta expresión. Seguir cómodos con las maneras como viene operando el Estado, la sociedad y el mercado, los haría de nuevo inseparables de Vargas Lleras y de Gaviria Trujillo, o sea portaestandartes de todo lo que está mal en Colombia.
@germanayalaosor