Olmedo López: la vedette del ethos mafioso

Los medios corporativos que le hacen oposición política al Gobierno convirtieron al corrupto Olmedo López en una vedette del ethos mafioso que se naturalizó en varias entidades del Estado, en particular en la UNRGD. En esas andan Semana, RCN, Caracol y Blu Radio.

El afán de entrevistarlo al aire y en directo no es conocer su actuar doloso, sino sacarle con tirabuzón el titular que necesitan: “Petro sí sabía”. O sea, estaba al tanto de los torcidos detrás del contrato de los carrotanques de agua para La Guajira y de los convenios interadministrativos firmados, con los que supuestamente usaron millonarios recursos del presupuesto de la UNRGD para comprar a congresistas.

Los periodistas no le preguntan a Olmedo por los contratistas, porque a lo mejor encuentran desagradables sorpresas. Solo indagan por los políticos envueltos en actos de corrupción a los que viene aludiendo López, hasta ahora sin pruebas sin pruebas. El espectáculo que montaron está fundado por ahora en insinuaciones, a la espera de que la “matriz entregada a la Fiscalía” le haga el milagro de irse para la casa a pagar una pena mínima de restricción a la libertad y sin devolver un solo peso.

La gran prensa bogotana intenta usar a Olmedo López para convertir su caso de corrupción en un escándalo superior al del proceso 8.000, con el que en su momento esa misma prensa respaldó a la derecha que quiso tumbar al entonces presidente Ernesto Samper. En varias ocasiones los “acuciosos” periodistas han sembrado la duda a través de la pregunta: ¿Cómo es posible que el presidente no se diera cuenta de lo que sucedía en la UNRGD? La pregunta se traduce en la célebre frase de Samper: “los dineros de la mafia entraron a mis espaldas”.

Queda claro que Olmedo usa a los medios para presentarse como un político que lleva “30 años luchando por Colombia”, que se equivocó, que cometió un error. Es curioso, pero tanto Olmedo como sus entrevistadores se cuidan de no usar la palabra delito. Olmedo se presenta arrepentido, pide perdón al país, lo que explicaría su ‘magnánimo’ gesto de contar lo que pasó dentro de la UNRGD. Así, presiona a la Fiscalía para que lo acepte como testigo estrella.

Por su parte, los medios mencionados usan a Olmedo para deslegitimar al gobierno de Gustavo Petro. Es decir, se trata de una relación política en la que ambas partes ganan: Olmedo visibiliza su acomodaticia ética, y los medios afectan la imagen del gobierno al que le hacen la oposición que jamás le hicieron a Uribe, ni a Santos ni al presidente que más “mimaron”: el eterno aprendiz, Iván Duque Márquez, el títere de Uribe Vélez.

Aunque Petro asumió la responsabilidad política por haber puesto en la UNRGD a Olmedo López, para los medios no es suficiente, porque lo que buscan es su caída. Cuando se perdieron los 70 mil millones de pesos en el sonado caso de corrupción de Centros Poblados, Duque en lugar de pedirle la renuncia a la ministra Karen Abudinen, la respaldó y la mantuvo en su cargo. Aunque Olmedo no ostenta la dignidad ministerial, se le abona al presidente de la República que tomó la decisión de sacarlo de la entidad.

En su perverso juego de contrapoder, las empresas mediáticas olvidan o dejan de lado la función educativa que se les reconoce. Al convertir a López en una vedette del ethos mafioso, la lucha contra la corrupción pierde sentido porque a la opinión pública no se le está entregando un análisis de los elementos de la ética individual bajo los que actuó. Y lo que es peor, los periodistas no están haciendo un llamado a los más reconocidos agentes sociales y económicos de la sociedad civil, y mucho menos a los directores de los partidos políticos para que fustiguen los hechos de corrupción. Ni los presidentes de Fenalco, Andi, Comité Intergremial y Acopi salieron a los medios a gritar ¡basta ya con la robadera!

Convertir un caso de corrupción como el presente en un espectáculo mediático, con fines políticos, habla muy mal de unos medios corporativos poco interesados en informar y analizar unos hechos noticiosos que están dando cuenta de un problema mayúsculo: la naturalización del ethos mafioso, fruto de la avaricia, el hambre de poder, la codicia y la perversidad de la clase política y de los políticos de ese arcoíris de la corrupción al que viene aludiendo Olmedo, la celebridad del ethos mafioso.

@germanayalaosor

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