—Ojalá el proceso de paz incluyera como obligación el cuidado del medio ambiente —suspiró doña Nati—, empezando por no abusar de los plásticos.
—¿Y de qué van a vivir quienes trabajan en eso? —replicó Catalina Arana—. Este gobierno, definitivamente está más perdido que Adán en el Día de la Madre.
—¡Eso!, ¿y para qué la paz? —intervino Maurén—, porque de qué va a vivir tanta gente que no sabe hacer sino combatir. Jajaja. Una amiga, a quien le dedico cada rato el vallenato “Mujer marchita”, le dije que se rebuscara cantando rancheras, como yo, o que trabajara en alguna empresa, y contestó que de empleada no hace ni pa los pantis.
—Todo está bien como está —dijo Osquítar—. ¿Para qué tanta necedad de cambiar la salud, las pensiones y todo eso? Ganas de joder y de acabar con lo que ya está organizado y en buenas manos. Y, sí, para qué sacrificarse con una chaza, si se puede estar tranquilamente recibiendo subsidios, o negociando contratos y viviendo del erario, “miti y miti”, como dicen.
—Desde su óptica tan popular —contestó el profesor Bernardino—, entonces para qué cambiar la educación, si el ejemplo que cunde en Colombia es que no es necesario educarse para ser rico.
—Eso —dijo Maurén—. ¿Y para qué la cultura, esa vaina tan aburrida que uno ni entiende? ¿Cómo comparar un concierto de Silvestre Dangond con ir al Teatro Mayor Julio Mario Santodomingo?, ¿o la norteña y el reguetón con todas esas momias, como Chaicosqui y Paparoti? Están locos.
—Sí —continuó Catalina Arana—, para qué cambiar la política y capacitarse para servir a la comunidad, si uno solo tiene que aprender a comprar votos; si la gente vota por un puestico con el que no le toque trabajar, o por algún subsidio, o hasta solo por lo del almuerzo. Y para qué tanta convivencia pacífica, si hoy todo el mundo hace lo que le da la gana, y no pasa nada. Y para qué acabar con las drogas, si ahí está el billete.
—El cambio debe empezar en cada uno de los colombianos —interrumpió el ilustre profesor Gregorio Montebell—. Nada pasará mientras no haya conciencia social y solo exista interés individual; mientras nuestra “democracia” elija a violentos e ignorantes. ¿Qué esperar?: ¿un gobierno de izquierda, que proponga reformas sociales y freno a la corrupción, si la oposición atraviesa una talanquera para que todo siga igual?; ¿o un gobierno de derecha, que siga repartiendo bala para unos y riqueza para otros?
—¡Y libertad! —dijo Maurén—. Aunque no sé qué será eso de “libertad”, ni para qué: ¿pa robar, estafar y matar sin que me hagan nada? No sé, pero suena bien.
@PunoArdila