Otra barranquillera la volvió a armar…

Por KILLERO ANONYMOUS

Las mujeres de Barranquilla, la Sicilia de Colombia, principal puerto exportador de cocaína del mundo, tienen muy pocos estímulos para el progreso y el desarrollo científico, artístico, profesional y académico.

En una sociedad consumida por la mafia y el narcotráfico, el dinero fácil y la corrupción, es más fácil soñar con un sugar daddy que te saque de pobre de la noche a la mañana que el largo camino del progreso decente que, escalón a escalón, te puede llevar a la estabilidad económica.

Pues bien, Barranquilla es caldo de cultivo perfecto para la peor putería, sangrienta ciudad califato, el poco trabajo formal que se ofrece es mal pago y sin garantías. Narco dictadura de sultanes que, con la misma generosidad con la que regalan aletas y ventanas, asesinan sin piedad.

Los narcos tipo cartel de Cali y de Medellín han sido reemplazados por politiqueros y las niñas bonitas de las miserables barriadas de esa ciudad del hambre siguen ansiosas los caminos de Aida Merlano y Day Vásquez, que empezaron como humildes mochileras, comprando y vendiendo votos.

Ni Barranquilla ni el país han asimilado la lección de Aida Merlano. Su belleza fue su tragedia. Su padre compraba y vendía votos para Julio Gerlein y, teniendo ella solo 15 años, Julio, quien pasaba de los 50 años, casado y con hijos, se obsesionó con ella y con la complicidad de los padres de Aida la violó, la compró y le acabó la vida.

No solo la hizo su mujer y la madre de un niño, sino que la hizo estudiar y la proyectó políticamente hasta llevarla al Senado como reemplazo de su hermano Roberto, viejo y anacrónico dinosaurio, godo neofascista, que cuando no dormía en las sesiones en el salón Elíptico votaba en contra de todo lo que fuera beneficioso para el pueblo de Colombia.

El resto ya lo sabemos: Alex Char la sedujo y Katia Nule, la mujer de Alex Char en complicidad con las hijas y nietas de Julio Gerlein, hicieron todo el montaje que terminó con Aida Merlano condenada a 15 años. Luego financiaron con Fuad Char su escape, que debía terminar con su asesinato y desaparición para siempre. No contaban con que escaparía y lo contaría todo.

La lección Aida Merlano debería haber llevado a esas decenas de miles de muchachitas barranquilleras obsesionadas con levantarse un sugar daddy, a reaccionar ante lo estúpido de su propósito. Ningún dinero vale el costo que hay que pagar por una vida de lujos materiales e infamia moral, en la que muy probablemente termines muerta, desfigurada o peor a como empezaste.

Además, hay tal cantidad de mujeres escalando, trepando, arañando el elusivo éxito en esa ciudad de máscaras y lentejuelas, que por exceso de oferta su costo es cada vez más barato en el mercado de la carne humana.

El caso de Day Vásquez es repulsivo. A diferencia de Aida Merlano, quien puede leerse como una víctima de las circunstancias (ya que no había manera de que escapara de la persecución enfermiza de Julio Gerlein), Daysuris Vásquez, nacida en un barrio miserable llamado Santodomingo y cuya casa fue siempre epicentro de crímenes contra la pureza electoral, léase caleta de compraventa de votos, escogió el camino oscuro de la corrupción y la traición.

Quienes la conocen dicen que sin maquillaje espanta, que es una flaca insípida y sin gracia, operada desde el dedo gordo del pie hasta las orejas. Se hizo famosa en las reuniones politiqueras bailando encima de las mesas para que le vieran el jopo. Tan bien le fue con su técnica de marketing y emprendimiento, que terminó pariéndole un hijo a Pedro Name, sobrino de José Name Terán, difunto senador de ascendencia libanesa cuya mal habida fortuna y estructura narco paraco politiquera sigue vigente en manos de su hijo, José David Name.

Daysuris Vásquez no estudió nada, no se formó, no ha dado ningún aporte positivo al mundo, se ha enriquecido de la mano de los Char y de la narco enana Noguera, desfalcando el erario público con fundaciones de papel. Siendo una pinche bachiller terminó en una UTL del honorable Congreso de la República, en el que conoció, sedujo y encoñó a Nicolas Petro Burgos.

Nicolás ya había comenzado su carrera delictiva de la mano de Armando Benedetti en la alcaldía de su papá, consiguiendo contratos de los cuales se quedaba con una coima del 10%.

Daysuris lo manipuló para que se casaran, le exigió viajes por el mundo, propiedades, joyas millonarias, carros de alta gama, lo presentó con los Char, con la narco enana Noguera y con toda la politiquería putrefacta del Atlántico. Con los Char y Noguera obtuvo millonarios contratos, burocracia y aportes a la campaña Petro presidente.

A través de ella y con la asesoría de Armando Benedetti, Nicolas Petro Burgos se lanzó como zopilote sobre la costa caribe, vendiendo avales y negociando con toda la mafia narco paramilitar, amparado en ser el hijo primogénito del caudillo. Gustavo Petro siempre ignoró los verdaderos alcances e intenciones de su hijo.

Nicolas sí amaba a Day Vásquez, hasta la obsesión, le dio todo lo material sin límite ni medidas, pero ella no estaba para nada enamorada de él. Y para terminar de redondear la tragedia, se hizo amante de un hombre casado, y utilizaba para sus encuentros sexuales el apartamento de su mejor amiga Laura Ojeda, quien era a su vez amante de Abelardo de la Espriella.

Nicolas lo supo todo, embarazó a Laura Ojeda y en venganza Day Vásquez lo sapeó con su padre, con Vicky Dávila y con el resto del país, llevándolo a la cárcel y arrastrándose a sí misma en un espiral de sangre, dolor, vergüenza y autodestrucción que podría perfectamente tumbar al mejor presidente de la historia.

Señoras y señores, otra barranquillera trepadora la volvió a armar.

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