Petro y los cacaos: el desespero es mutuo

Por GERMÁN AYALA OSORIO

Mientras el presidente Gustavo Petro guarda silencio sobre los alcances de las reuniones sostenidas con los llamados “cacaos”, avanzan las campañas de cara a las elecciones regionales del 29 de octubre y se consolida la polarización ideológica y política en torno a dos ideas opuestas de país: la que representa Petro, asociada a “profundizar la democracia”; y la que representan los más poderosos empresarios y sus alfiles los partidos políticos. Esta última atada, por supuesto, a los afanes de concentrar cada vez más riqueza, mantener la captura del Estado y no parar en la depredación de estratégicos ecosistemas naturales.

Patricia Lara en reciente columna para El Espectador señaló que las reuniones entre Petro y los magnates “…harían parte de la construcción del gran acuerdo nacional. Pero más allá de eso el presidente estaría buscando que se acordara colaborar en un plan para aliviar la inequidad no solo con los cacaos, sino también con otros grandes empresarios que no alcanzan a clasificar como tales, pero sí son muy importantes en la economía nacional”.

Si bien esos encuentros estarían apuntando a sentar el ambiente o las condiciones para hacer viable el gran acuerdo nacional, lo cierto es que el ambiente político-electoral va en una dirección contraria y peligrosa, expresada en un lenguaje hostil en las redes sociales y entre los mismos candidatos, interesados más en conseguir una victoria a como dé lugar, dejando de lado la idea de que efectivamente el país necesita ajustes institucionales y constitucionales, un cambio cultural profundo que proscriba el ethos mafioso encarnado en el “uribismo” y permita recuperar el carácter público del Estado.

Como se trata de un juego político, los grandes ricos están esperando los resultados de las elecciones regionales, para ver hasta dónde pueden ceder y aportar para disminuir las inequidades y la pobreza estructural. Si el proyecto político del presidente sufre una contundente derrota, los “cacaos” podrían pararse firmes ante un presidente políticamente debilitado… y acabar de debilitarlo. «Bussines is bussines». Si esa es finalmente la actitud de los grandes ricos, el acuerdo nacional quedaría tan solo en buenas intenciones de las partes. Y de buenas intenciones está empedrado el camino hacia el infierno.

Los casos de Cali, Bogotá y Barranquilla servirán de termómetro para definir si el acuerdo nacional va o no va. Para las elecciones en Cali, el nuevo alcalde saldrá del enfrentamiento entre la derecha ordinaria y sin linaje de Roberto Ortiz y la derecha perfumada de Alejandro Eder. Es decir, allí la posibilidad de “profundizar la democracia” se desvanece tempranamente.

En Bogotá, según las encuestas la pelea está entre Galán y Bolívar. El primero es un alfil del viejo establecimiento; y el segundo, es la ficha de Petro para perseverar en la búsqueda de cambios democráticos profundos en la capital del país.

Barranquilla ya es un caso perdido en relación con cualquier posibilidad de cambiar lo establecido. El clan Char seguirá manejando su mayoritario feudo electoral, como quiera que representan el carácter avasallante de una familia que hace rato capturó el Estado y liquidó la democracia.

Si por el contrario el Pacto Histórico logra victorias importantes en ciudades capitales, en particular en Bogotá y en territorios locales reconocidos por su riqueza ambiental y posibilidades de industrialización del campo, la negociación con los dueños de los más de los emporios económicos y el presidente de la República sería un hecho irreversible.

La nula información a los medios masivos sobre las reuniones entre Petro y los “cacaos” es señal inequívoca de que ambas partes están esperando a ver qué pasa este 29 de octubre. En varias ocasiones el presidente les ha enviado mensajes cifrados y otros directos a los grandes ricos del país; mensajes que dejan clara su obstinación en la tarea de “profundizar la democracia”. Las nutridas marchas del 27 de septiembre son una clara “sacada de pecho” del presidente.

Ya veremos qué pasa este 29 de octubre. Cualquiera sea el resultado, lo evidente es que hay desespero en las bases populares porque la promesa de cambio aún no se consolida; y del lado de los poderosos magnates criollos, el desespero aparece porque Petro les frenó el proceso de privatización del Estado, la deforestación de las selvas y lo que quizás más les molesta a los “cacaos”: no dejarse manosear, como lo hicieron con sus monigotes Iván Duque y Álvaro Uribe.

@germanayalaosor

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