Por HUMBERTO TOBÓN*
Colombia no le hace falta a la economía global, ni siquiera en un tornillo, una tuerca o un alfiler. No hacemos parte de ninguna cadena mundial de valor.
Somos exportadores de petróleo crudo, hullas térmicas, gas oil, coque, ferroníquel y oro. También de café verde, bananos y plátanos frescos, flores y capullos y aceite de palma.
Lo que negociamos con el exterior son materias primas, que no tienen valor agregado y que se pagan en los mercados mundiales a bajo precio. Las exportaciones colombianas oscilan los 40 mil millones de dólares al año (en 2020 fueron 31 mil millones de dólares por efecto de la pandemia). Representamos apenas el 4% de los negocios de Latinoamérica con el mundo. Estamos muy lejos de México, por ejemplo, que exporta once veces más que nosotros.
México exportó 427 mil millones de dólares en 2020, de acuerdo con estadísticas gubernamentales, representados en automóviles, computadores, autopartes, camiones de reparto, petróleo crudo, pantallas de video y cable aislado. También venden aguacates, pimientos, pescados y frutas. Lo sustancial es que su canasta exportadora depende en un 94% de productos no petroleros. Cosa contraria a Colombia.
Si miramos el caso de Costa Rica, allí exportan sólo 12 mil millones de dólares, pero lo hacen en dispositivos médicos, cables eléctricos, barras de hierro o acero, llantas, envases de vidrio y productos laminados de hierro o acero. Venden jarabes para gaseosas y concentrados de frutas. Su economía no depende del petróleo.
Los anteriores ejemplos demuestran que Colombia tiene que dar un salto cualitativo en su producción exportadora. Debe estar más alineada con el conocimiento, o sea, con la ciencia, la tecnología y la innovación, y menos con la explotación de recursos naturales no renovables, sin que signifique que se abandonen.
Para esto se requiere que la inversión en investigación sea mucho más alta en los presupuestos públicos y privados.
También es indispensable reducir los costos logísticos, aumentar la eficiencia en el sistema de transporte, modernizar los puertos, especializar la mano de obra, incrementar la productividad, disminuir los costos de financiación, eliminar trabas burocráticas y comprometer mucho más al sistema de educación superior y a los centros de investigación.
Infortunadamente no hemos asimilado que en las cadenas mundiales de valor se privilegia la experiencia, la calidad y la eficiencia. Por eso, los procesos se hacen donde los saben hacer en menor tiempo, a menos costos y con mayor calidad.
Finalmente, vale la pena reflexionar sobre por qué no se han aprovechado los 16 tratados comerciales firmados por Colombia, especialmente con Estados Unidos, Unión Europea, Alianza Pacífico y Canadá. Se debió haber importado más conocimiento y mejores prácticas. Si lo hubiéramos hecho, tendríamos exportaciones más diversificadas y mejores indicadores de eficiencia en la producción. Seríamos más competitivos y podríamos aspirar a hacer parte de por lo menos una cadena mundial de valor.
@humbertotobon
*Los comentarios no comprometen a la RAP Eje Cafetero, de la que soy Subgerente de Planeación Regional.