El 2 de octubre de 2019 se cumplieron 30 años del asesinato de monseñor Jesús Emilio Jaramillo a manos de guerrilleros del frente Domingo Laín del ELN, en Fortul, Arauca. Pasadas tres décadas es una herida que duele en la iglesia y en la sociedad Araucana.
Jesús Emilio Jaramillo nació en Santo Domingo, Antioquia, en 1916. Ingresó al seminario de Misioneros de Yarumal en 1936, se ordenó sacerdote e inicio una larga vida en la Iglesia Católica que lo llevaría en 1971 a Arauca, a suceder a monseñor Luis Eduardo García, misionero de Yarumal, que había fallecido el año anterior. El mismo año 71 Jaramillo fue ordenado como Obispo.
La Arauca a la que llegó monseñor Jesús Emilio Jaramillo era un hervidero de conflictos ese año 72: se dio el paro cívico del Sarare, que llevó a mil familias campesinas a acampar durante 45 días en la joven población de Saravena, exigiendo soluciones sociales en educación y salud y las vías con sus respectivos puentes que estaban en los planos de la “colonización dirigida”, que desde el gobierno del Presidente Alberto Lleras había iniciado y habían continuado los presidentes Guillermo León Valencia y Carlos Lleras Restrepo, pero ya en el gobierno de Misael Pastrana se está reversando ese “pequeño reformismo agrario” y el campesinado del Sarare, no se resignaba a padecer duras penurias, querían condiciones para llevar adelante una vida digna.
Del 72 al 80 se abre una enorme desconfianza en Arauca: los conflictos mal resueltos, los acuerdos incumplidos, la desconfianza del Estado hacia la protesta campesina, y en reciprocidad la desconfianza de la dirigencia campesina hacia los gobiernos que firman pero no cumplen, va creando una brecha en la que crece lentamente la paranoia, el sentido de que los líderes campesinos más críticos van a ser asesinados, y no pocos van a dar a la cárcel esos años.
Para el año 80 las raíces de la rebelión armada dan sus frutos, en julio anuncian su existencia las FARC en esa zona y en septiembre el ELN, y así Arauca se convierte en nuevo territorio de un conflicto armado que se extiende por todo el país.
Desde el primer día de su presencia en Arauca, monseñor Jaramillo honró su condición de misionero y recorrió a pie Arauca, visitó las comunidades más lejanas, aprendió de su cultura, de la presencia indígena, de las comunidades afro-colombianas que habían llegado desde el Cauca. Por vínculos con directivos del INCORA procedentes del Cauca, conoció la montaña, las llanuras, la diversidad de una región que baja de la montaña y se emparentó con los amplios llanos de la Orinoquia, todo ese territorio lo caminó.
Para 1983 fue anunciada la existencia de un enorme yacimiento petrolero en Caño Limón, que le daría suficiencia petrolera al país y le permitiría dejar la importación de petróleo y sus derivados y además ayudaría de manera sustancial las finanzas públicas. Con este importante descubrimiento el país empezó a conocer la lejana y desarticulada Arauca y la migración fue la constante durante una década.
La instalación de la industria petrolera exacerbó el conflicto armado, pues el ELN inició un sabotaje permanente sobre la naciente industria: secuestraron a los ingenieros de la multinacional Mannesmann, encargada de la construcción del oleoducto que debía sacar al petróleo por las costas de Coveñas en el mar caribe en un recorrido de más de mil kilómetros, que pasaba por muchas zonas de presencia del ELN. Ante el sabotaje, la Mannesmann accedió a la negociación y pagó una cuantiosa cifra – las especulaciones van de 10 a 100 millones de dólares de la época- y el ELN presionó para unas inversiones para las comunidades campesinas, por lo cual fue montado un programa, Pascol, que dirigió Monseñor Jaramillo.
Poco a poco el conflicto armado cobró intensidad, se extendió por buena parte de un pequeño departamento de menos de 25 mil kilómetros cuadrados y cuya población rondaba por los 200 mil habitantes, en ese clima de permanente tensión, de sufrimientos para las comunidades, de los estragos de la violencia, monseñor Jaramillo tomó la decisión de trabajar por separar a las guerrillas y de manera particular al ELN de las comunidades, donde el ELN tenía arraigo y presencia. De hecho surgió de allí, el ELN de Arauca es la expresión de un estado que les daba tierras a familias campesinas pobres, los apoyaba con insumos, con créditos y cuando llegaron las diferencias no las supo tratar y volvió a parte de la dirigencia campesina sus enemigos. Fue un gran fracaso de una importante política pública, con un sobresaliente proceso de organización: las juntas de acción comunal, las cooperativas agrarias, la asociación de usuarios campesinos –Anuc- sobre todas esas formas comunitarias promovidas por el Estado colombiano y varios gobiernos se apoyó el surgimiento y desarrollo del ELN en Arauca.
Con una guerra que crecía y un obispo que se proponía separar al ELN de las comunidades, se generó un conflicto entre los dos: en reiteradas ocasiones la dirección del frente Domingo Laín le pidió al obispo Jaramillo que se concentrara en su labor pastoral, que no siguiera el camino de hacerse del lado del Ejército, que no los criticara ni trabajara para que las comunidades les dieran la espalda. Pero monseñor Jaramillo tenía una decisión tomada, lo mejor era que el Estado colombiano y todas sus instituciones, incluido el Ejército y la Policía Nacional, ejercieran la soberanía sobre ese territorio.
La tensión entre monseñor Jaramillo y el ELN duró varios años, por lo menos cuatro, y poco a poco las cosas fueron tornándose más graves. En varias ocasiones monseñor discutió con la dirigencia guerrillera, los exhortó a buscar un camino de paz, pero eso estaba lejos de la dirigencia regional y nacional del ELN. En medio de esas tensiones se dio el fatal desenlace del 2 de octubre de 1989, cuando monseñor Jaramillo fue asesinado por el Frente Domingo Laín del ELN.
Con esta muerte el ELN perdió muchos vínculos con un mundo de religiosos que lo veían con simpatía, allí había muerto Camilo Torres Restrepo.
Muchas versiones se han tejido sobre las razones de este asesinato: que corrupción por parte de monseñor Jaramillo, que por estar al lado del Ejército, que fue una decisión tomada en la base de la guerrilla. De todas estas versiones yo creo que fue en medio de una disputa política, en la que el obispo Jesús Emilio Jaramillo fue un extraordinario contrincante.
Hoy, luego de 30 años, la guerrilla del ELN sigue en Arauca, con beligerancia e iniciativa, con la condición de una guerrilla que está en Colombia y está en Venezuela. Tengo la convicción de que un futuro proceso de diálogos y negociaciones pasa por que el Frente Domingo Laín se convenza del camino de los acuerdos y un pacto de paz, camino que ve lejano y sobre el cual tiene mucha incredulidad.