¡Qué semana tan normalita!

Qué agitada ha estado la cartelera informativa por estos días. Con el resultado estadounidense a favor de Trump, un negacionista del desastre ambiental, han llegado noticias tremendas: condenaron a Álvaro Leyva y absolvieron a Santiago Uribe; la periodista Dávila saltó del clóset a la carrera presidencial; cerraron CMI, una de las pocas opciones para informarse medianamente bien; Polo Polo irrespetó a las víctimas de los falsos positivos; las lluvias arrasan poblaciones enteras; unos reguetoneros publicaron +57, una apología a lo indefensable (eso dicen quienes son capaces de oír eso)… Y, para completar, cayó la selección ante Uruguay.

—Pierda cuidado, profesor —respondió el ilustre profesor Gregorio Montebell—; es solo el reflejo de nuestra realidad. Por un lado, lo de Estados Unidos pasa en todas partes, que las ovejas eligen al lobo, aunque allá esa escogencia obligaba cara o sello. Por otro lado, los vigilantes solo celan a los que no pertenecen a sus clanes, y se considera “normal” que el rigor de la ley dependa del poder o de la orilla en que se encuentre el acusado; así que, mientras hay condena contra Merlano, ni se investiga siquiera al patriarca que sale a los medios a confesar, con toda tranquilidad, que ha estado cometiendo el mismo delito, elección tras elección, campaña tras campaña; o Yidis, tanto tiempo condenada, sola, por cohecho, sin condena para la contraparte. Así también, condenado Leyva, mientras se absolvió a Abudinen, que está del lado de la vigilante. Y pudo haber pasado también con Uribe, que con tantas pruebas en contra salió limpiecito del charco. Pero no es caer en lo mismo, que suelten a este y cojan al otro; es que se aplique la ley a todos por igual.

Lo de Dávila no es para trasnocharse; hay medios de comunicación que han servido de plataforma, así, como en este caso, tengan fundamento en una sarta de mentiras. Lo del reguetón simplemente retrata nuestra realidad social; y lo del muñeco Polo es el resultado de la actualidad política, como el caso del otro personaje, el HPulido Hernández: ellos responden a lo suyo, porque las elecciones se han venido convirtiendo en una nasa de tuiteros para atrapar votos-likes de aquellos para quienes —precisamente— la realidad es únicamente lo que ven en las redes sociales.

Pero ni siquiera la inclemencia de las lluvias les mueve la aguja a los colombianos, que acaban de salir de Halloween y ya montaron la Navidad. Seguramente, lo que de verdad debe tenerlos preocupados es que Colombia lleve cincuenta años sin ganarle a Uruguay en su casa, y que haya caído en ese emotivo partido. Lo demás les vale cinco, y por eso todo esto que ocurre sigue siendo parte de la normalidad.

@PunoArdila

Sobre el autor o autora

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Social media & sharing icons powered by UltimatelySocial