Por JORGE GÓMEZ PINILLA
Dijo Enrique Santos Calderón en su columna de este domingo 27 para Los Danieles algo con lo cual yo estaba de acuerdo hasta el día en que el hoy presidente del Congreso propuso el nombre de Germán Vargas Lleras como candidato del Pacto Histórico a la alcaldía de Bogotá. Dijo Santos Calderón: “No me cabe duda de que la revelación política del año es Roy Barreras. No hay quien le compita en capacidad de trabajo, habilidad negociadora y lucidez mental”.
Tuve la oportunidad de conocer a Roy Barreras hace diez años, en octubre de 2012, cuando lo entrevisté siendo también presidente del Senado y ya comenzaba su fama de camaleón político, pues había saltado sin pestañear del uribismo al santismo. En aquella ocasión dije de él: “el retrato de Simón Bolívar que presidió la entrevista no es gratuito, pues se impone el respeto intelectual hacia una persona con una facilidad de palabra y una lucidez política sobresalientes, que le permiten defenderse de las preguntas provocadoras que le hace el periodista”. (Ver entrevista).
Mi grata sorpresa residió en que le escuché propuestas propias de un hombre progresista o liberal de izquierda, como sus posturas a favor del aborto o de legalizar las drogas, y en tal medida consideré legítimo su acercamiento al Pacto Histórico, donde se le debe reconocer que jugó un papel definitivo en el triunfo de Gustavo Petro al acercar a sectores de los partidos tradicionales que ayudaron a sumar fuerzas, como también lo fueron un Luis Fernando Velasco o un Alfonso Prada.
Ahora bien, su propuesta de traer a Vargas Lleras como eventual candidato a la alcaldía de Bogotá actuó como una “carga profunda”, que en lugar de construir demuele estructuras en proceso de construcción. En este contexto, tienen por igual razón Barreras cuando asegura que “muchos compañeros del Pacto ven con horror una candidatura que está en el otro extremo ideológico”, como el presidente de la Cámara, David Racero, al considerar que “el Pacto Histórico tendrá uno o una candidata propia a la Alcaldía de Bogotá que retomará la agenda progresista en coherencia con la del Gobierno Nacional”.
Lo llamativo es que Roy justifica su audaz iniciativa en que el presidente Petro “llamó nada menos que a Lafaurie, en aras de la paz total”, a la comisión negociadora con el ELN. Pero quizá no tiene en cuenta que en este caso puntual, en lugar de contribuir a un ambiente de paz o reconciliación lo que genera es división interna, porque, digámoslo sin ambages: Germán Vargas Lleras es un sapo difícil de tragar como eventual aliado político del petrismo, en parte porque pertenece “al otro extremo ideológico”, pero sobre todo porque su partido Cambio Radical está ligado a muy variadas prácticas de criminalidad y corrupción política que en el gobierno del verdadero cambio radical se pretenden superar.
¿Qué será entonces lo que quiere Roy? Es evidente que pretende reivindicar a su exjefe político al tratar de abrirle un espacio en el Pacto Histórico, y está en su derecho, es una jugada si se quiere legítima, aunque sorpresiva.
Pero ligado a lo anterior hay otra situación también sorprendente, que uno no sabe si calificar como nueva jugada política o como el resultado de un posible estado de desesperación emocional, por la enfermedad progresiva que se le detectó y que con justa razón está tratando de revertir, y frente a la cual debemos declararnos solidarios y desearle la mejor de las suertes.
Hablo de la visita que en días pasados realizó a la “Iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo Internacional” -según mostró en su página de Facebook-, cuya dueña del letrero es la señora María Luisa Piraquive, a quien no dudo en calificar como una estafadora de la fe pública y privada. Lo cierto es que ella ha sido investigada en Estados Unidos y en Colombia tanto por enriquecimiento ilícito y lavado de activos como por la muerte de su esposo, según denuncia entablada por su propio hijo, Iván Darío Moreno Piraquive. (Ver noticia).
Dije atrás que no sé si calificar esa visita como una nueva jugada política, pues en una de las fotos que publicó en su muro aparece dentro del templo de esa iglesia al lado de Carlos Alberto Baena, máximo dirigente del Partido Mira, acrónimo de lo que allá denominan Movimiento Independiente de Renovación Absoluta, apéndice político de la iglesia de dicha señora.
Mejor dicho, uno no ve inconveniente en que un político se acerque a determinadas iglesias que a corto o mediano plazo le puedan representar unos voticos, pero ¿por qué precisamente tenía que dejarse ver en tan mala compañía una de las cabezas de un movimiento político que reivindica la separación total entre Iglesia y Estado?
En un podcast reciente con María Jimena Duzán dijo Roy Barreras que «el uribismo se cura», pero por lo visto hay otras mañas políticas que trae de los partidos tradicionales y de las que todavía no se ha curado.
@Jorgomezpinilla