«Renuncio a la derecha»: Alberto Casas Santamaría

Por la curiosidad y la sorpresa representadas en que una de las figuras más notorias del Establecimiento mediático, al que ha pertenecido desde los días del alvarismo conservador, haya renunciado a dicha tendencia política, El Unicornio se permite reproducir esta columna de Alberto Casas publicada en El País América.

«Si la derecha en el mundo se ha declarado ganadora con el presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, yo renuncio a cualquier identidad con esa orientación ideológica. En mi larga actividad política siempre milité en el conservatismo y, antes de retirarme definitivamente de la actividad proselitista, hice parte del Movimiento de Salvación Nacional que creó Álvaro Gómez con figuras representativas y prestigiosas del liberalismo. En la actualidad, comprometido en mi oficio periodístico, intento siempre tener en cuenta ambas caras de la moneda.

El perfil del nuevo y poderoso presidente Trump es aterrador: convicto, racista, dictador en ciernes, abusador sexual, con cinismo de rico poderoso, tergiversionista, mentiroso, revanchista de macho cabrío contra las mujeres, que siente desprecio por las instituciones. Si hubiere perdido, habría regresado la violencia a las calles, incluyendo al Capitolio, como en el episodio que protagonizó en 2020 y que dejó varios muertos y daños materiales delicados en las instalaciones de la Cámara de Representantes.

Como dijo el filósofo Mauricio García Villegas en El Espectador, “en la mente de todos los seres humanos se libra una batalla emocional entre dos yoes: uno que enarbola las banderas de la racionalidad, la cooperación y la tolerancia, y otro que enarbola las banderas de la voluntad indomable, sin contemplaciones morales, que apoya a su líder porque cree que los que ganan son los mejores”. En mi caso, casi siempre, he estado del lado de los perdedores. Me siento huérfano de la derecha y con la izquierda no tengo ninguna afinidad.

Quienes creen que en Colombia puede repetirse el fenómeno de la derecha triunfante por cuenta de la insatisfacción con la izquierda, se equivocan. Aquí lo que hay es petrismo y antipetrismo. Los primeros hacen proselitismo con la chequera del Gobierno y proponen reformas populistas de ensamblaje social. Los segundos se contentan con los “fracasos” del petrismo. Los primeros se parecen a los republicanos estadounidenses y los segundos a los demócratas, aunque ideológicamente no coincidan en sus principios doctrinarios. Se parecen únicamente en la estrategia. Y esa estrategia es la ganadora.

El 30% de imagen positiva del presidente Petro podría ser suficiente para diseñar una política de unidad enfrentado a un 70% dividido en muchos candidatos, lo cual podría llevarnos a una segunda vuelta presidencial en la que no es imposible que el Gobierno logre una victoria apretada. Coincido con el columnista Álvaro Forero: “Un líder político que mantiene cohesionada y motivada su base política por encima de un tercio del electorado, solo tiene que jugar a las equivocaciones de sus opositores para llegar al 50%. Los demócratas creyeron ingenuamente que lograban desprestigiar a Trump ante todos los electores, sin darse cuenta de que con su desprecio y obsesión por el expresidente reforzaban la convicción de los trumpistas de que este es el único que combate realmente al sistema político y social que los excluye”.

Petro tiene su hinchada que lo sigue, y supone que tiene los medios de comunicación en contra porque considera que estos están al servicio de los grupos económicos. Atacarlo solo por sus equivocaciones no es suficiente para ganar. El estilo personal de Trump y el de Petro, con ideologías completamente diferentes, se parecen bastante; por tanto, no es imposible que los resultados puedan ser similares».

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