Por HUMBERTO TOBÓN
En las sociedades libres las personas tienen pleno derecho a no vacunarse y el Estado no las puede obligar. Prevalece la autonomía individual. Sin embargo, el Estado sí tiene la obligación de evitar que los potenciales vectores transmisores de enfermedades se desplacen libremente, expandiéndolas, y por ello puede adoptar algunas medidas de restricción, que implican limitaciones de acceso a ciertos servicios.
Por ejemplo, el gobierno de Macron dictó medidas respaldadas por el Congreso, que limitan la entrada de los no vacunados a restaurantes, bares, museos, teatros y escenarios deportivos. Además, los condicionamientos se extenderán al ingreso al transporte público y a los aviones, así como a las entidades públicas y centros comerciales. Y más adelante, en el mes de septiembre, los trabajadores sanitarios no inmunizados, no recibirán salario ni les permitirán ingresar a los centros médicos, aunque no serán despedidos.
Las mismas medidas de Francia están siendo adoptadas por Italia y Australia, y muy posible serán asumidas en gran parte del mundo, dado que el movimiento antivacunas tiene un gran posicionamiento internacional y ha saboteado los esfuerzos gubernamentales por lograr la inmunización de rebaño contra la Covid 19.
Los “antivacuna” no confían en la medicina, ni en los biológicos, ni en las intenciones del gobierno en materia de protección a la salud. Su actitud no es sólo contra la vacuna de la Covid 19, sino también contra las que previenen la tuberculosis, tosferina, difteria, poliomielitis, tétanos, rubeola, hepatitis B, influenza y sarampión. Su resquemor está basado en motivos religiosos, políticos, en la desconfianza de la eficacia de las vacunas y en la creencia de noticias falsas.
Lo más seguro es que una alta proporción de personas no se vacunarán contra la Covid 19 y seguirán desafiando a las autoridades gubernamentales, que deberán enfrentar no sólo una lucha creciente desde el sistema hospitalario para controlar los contagios del virus, sino que tendrán que acatar algunas decisiones judiciales y las presiones políticas para que no se apliquen los condicionamientos que obligan a los No Vacunados a aislarse. El gran riesgo es que los nuevos linajes del virus están siendo más agresivos, más difíciles de detectar, con mayor rapidez de contagio y con alta letalidad.
Las estadísticas médicas dicen que los nuevos infectados son cada vez más jóvenes y quienes llegan a las UCI o mueren son aquellos que no han recibido la vacuna. Además, que los vacunados no están exentos de contraer la enfermedad, y aunque sus probabilidades de morir son muy bajas, sí ocupan espacio en los centros hospitalarios, que podrían resultar insuficientes para atender los contagiados.
Colombia se prepara para poner en operación el certificado electrónico de vacunas, en el momento en que exista suficiente cantidad de ellas para inmunizar a toda la población. Las medidas serán similares a las francesas e italianas, porque en las actuales circunstancias el derecho de circular libremente es de los vacunados y no de aquellos que al no estarlo son agentes contaminadores, que pueden evitar ser inoculados, pero tiene la obligación de acatar las medidas de aislamiento social.
@humbertotobon