Santander: jodidos en asuntos de identidad

Por PUNO ARDILA

Frente al silencio de las instituciones, se pregunta Óscar Humberto Gómez Gómez (sesudo creador de textos y canciones) hacia dónde va una sociedad «que reniega de sus símbolos y se avergüenza de quienes antes eran sus personajes representativos, por cuya memoria, más allá de sus aciertos y sus errores, de sus cualidades y defectos, se profesaba consideración y respeto» (Ver blog).

He aquí algunos ejemplos que refuerzan su afirmación:

Primero. Como para aguar el 16 de marzo, día de la Insurrección comunera (que no “Revolución”), salió Armando Martínez Garnica, autoridad nacional en historia, a alborotar un avispero con el cuento de que Manuela Beltrán no existió. Ya publicaron pruebas que confirman que sí existió.

Entre otras cosas, el doctor Martínez había dicho que ‘Socorro’ no se llama así, sino que se llama ‘El Socorro’, pero no aportó documentos oficiales que prueben su afirmación, y en cambio sí hay pruebas, que pueden verse en la web, que certifican que el nombre oficial es ‘Socorro’, así, a secas, como que es el banco emisor el que lo dice. Es, por tanto, un documento oficial (Véase billete de la época).

Segundo. El pasado 19 de marzo, día de San José, se cumplieron 110 años del natalicio de José A. Morales, uno de los más insignes socorranos de todos los tiempos, por cuanto su obra ha trascendido épocas y culturas. ¿Saben los santandereanos menores de treinta años de quién estamos hablando?; ¿lo saben en los colegios, donde hoy enseñan música norteña y reguetón?

Tercero. Para celebrar nuestra “esencia santandereana”, cierran los alrededores del estadio Alfonso López y ofrecen «el concierto de la historia en Bucaramanga», nada menos que con “Los Tigres del Norte”. ¿Alguna duda de nuestras raíces? ¿Alguna duda de nuestra raigambre santandereana?

Cuarto. Como si fuera poco, la naturaleza le pegó el empellón que faltaba a la estructura del emblemático Coliseo Peralta, como una muestra catastrófica de la desidia frente a los valores culturales, no solo por el significado de esta joya patrimonial, sino porque este desastre deja ver que los gobiernos no han hecho más que darle la espalda a la cultura, y que, al sol de hoy, no existe todavía alguna política cultural, municipal, regional ni nacional. Y la prueba está en el despiste cultural del actual alcalde, que no tiene ni idea todavía ni de sus raíces culturales, ni de los valores culturales, ni de la identidad cultural de Santander.

@PunoArdila

(Ampliado de Vanguardia)

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