El golpe de Estado –blando y duro- contra el gobierno de Gustavo Petro nunca se fue. Ahí sigue y, ahora, con los primeros días del 2024 ha retornado con mayor ímpetu e insania.
Dos fichas claves del entablado: el agónico Fiscal Barbosa y la sinuosa procuradora Margarita Cabello, esta última de las entrañas de los clanes mafiosos y corruptos de Barranquilla, vinculados a la familia Char. Ambos avanzan con lanzas de fuego para afectar la estabilidad del presidente y acelerar la caída de su gobierno mediante procedimientos torticeros, llenos de felonía política y veneno jurídico.
Vuelve y juega el Lawfare (la famosa guerra jurídica) para dar cobertura legal a las movidas en curso, como la suspensión del canciller Álvaro Leyva por un periodo de tres meses, alegando extralimitación de competencias en la adjudicación de un contrato para la fabricación de los pasaportes, cuando lo que en realidad ocurrió fue la determinación del Canciller de romper un monopolio ejercido por una de las tradicionales familias bogotanas, que convirtió la elaboración de los pasaportes en un derecho privado y a perpetuidad, impidiendo la libre competencia para escoger otros operadores. Retorciendo y acomodando argumentos jurídicos, la señora Cabello emitió una orden de suspensión de Leiva muy similar a la que en el pasado profirió otro procurador de la caverna, Alejandro Ordoñez (refundido hoy en un convento oscurantista gringo) cuando destituyó a Petro como alcalde de Bogotá. Es el mismo modelo del ataque jurídico oscurantista, tan del gusto de la ultraderecha fascistoide.
El otro evento fue el allanamiento de la sede de la Federación Colombiana de Educadores (FECODE) por parte del siniestro fiscal Barbosa en busca de supuestas pruebas sobre una hipotética financiación ilegal de los maestros a la campaña electoral de Gustavo Petro.
Barbosa se montó en una fantasía bastante peligrosa que tiene como fin último la destitución del presidente mediante la acumulación de unas pruebas absolutamente falsas.
Lo que pretende perfilar este sujeto ensoberbecido es una situación de caos político para facilitar el regreso inmediato a la “Casa de Nari” del bloque oligárquico (uribista) que conserva intacto el control de las principales palancas del poder real: el económico y empresarial, el militar, el mediático, el religioso, el legislativo y otros muy importantes.
El presidente Petro está hoy en la presidencia de la República gracias a una prolongada resistencia de los sectores populares, que modificó las correlaciones de fuerza en el campo social y electoral a lo largo de las últimas dos décadas con marchas, huelgas, paros y mayorías electorales.
Es esa correlación de fuerzas la que intentan modificar a favor de los clanes oligárquicos Barbosa y la procuradora Cabello. Hay que impedir que se salgan con la suya mediante la movilización popular.
En medio de una espantosa crisis ambiental ocasionada por el fenómeno del niño el presidente requiere del mayor apoyo ciudadano y popular para que avance en su gestión transformadora mediante la acción comprometida con las grandes mayorías nacionales.
@HoracioDuque8