Por GERMÁN AYALA OSORIO
Hay hechos circunstanciales que sirven para avizorar lo que sería una eventual presidencia de Federico Gutiérrez Zuluaga.
El hecho más relevante para adelantarnos a un inmediato futuro es que se trata del ungido de Álvaro Uribe Vélez. Bajo esa condición, con Gutiérrez Zuluaga se daría continuidad al modelo agrícola extractivo: la consolidación del modelo de la gran plantación en la altillanura y la potrerización de más ecosistemas boscosos en el sur del país; la entrega a discreción de más títulos de explotación minera y el consecuente acorralamiento de las comunidades ancestrales y sus proyectos colectivos.
Además, con Gutiérrez se continuará aplicando el actual modelo de desarrollo y se consolidará el debilitamiento de las instituciones ambientales, tal y como lo impuso el propio Uribe Vélez. En lo referente a la preservación de las instituciones, vayamos a su antónimo: Gutiérrez seguiría obediente la línea de su patrón, que se resume en una palabra: desinstitucionalizar.
Lo mismo que cuando se pasó por encima de la constitución para darle vida a la reelección presidencial y naturalizar el ethos mafioso con el que hoy se promueven arreglos por debajo de la mesa y todo tipo de transacciones. Así las cosas, Gutiérrez Zuluaga manejaría los asuntos del Estado como si se tratara de una compra y venta de tierras, de ganado o de mercancías. Al mejor estilo arriero.
En términos de seguridad, con el segundo títere que vivirá en la Casa de Nariño, convertida en un enorme teatrino, regresará la política de seguridad democrática y con esta, prácticas como las chuzadas, las persecuciones a magistrados, periodistas incómodos, críticos, académicos e investigadores sociales. Se mantendría la militarización del Estado y la extensión de la doctrina de seguridad del Estado, bajo el eufemismo de impedir el crecimiento del «enemigo interno», con la posibilidad de mantener su extensión y aplicación a cualquiera que salga a las calles a protestar.
La lucha armada contra el ELN y las disidencias de las Farc se extendería en el tiempo, orientada a consolidar la narrativa que sostiene que la paz de Santos fracasó y por esa vía, invalidar la implementación del Acuerdo de La Habana. De esa forma, la lucha contra el terrorismo servirá para estigmatizar a la izquierda democrática e insistir en que la operación del Estado está en riesgo, por cuenta de un enemigo interno que crece a pasos agigantados. Bajo ese escenario, entonces, el desplazamiento forzado y la acumulación de tierras por desposesión quedará asegurada para los amigos latifundistas, ganaderos y miembros de la élite agroindustrial que acompaña el proyecto de Federico Gutiérrez y su jefe político, Álvaro Uribe Vélez.
La llegada de alias ‘Fico’ a la Presidencia supondría dar continuidad a la ineficaz lucha contra el narcotráfico, situación inmejorable para los mismo narcotraficantes y demás entes oficiales o privados que se benefician del lucrativo negocio.
Por más que Gutiérrez insista y reitere que no es el de Uribe, muchos videos muestran su trabajo político de la mano del expresidente. Le pasará lo mismo que a Duque, quien en reiteradas ocasiones intentó aclarar que no era el títere de Uribe Vélez, hasta que la periodista de CNN, Ángela Patricia Janiot, se lo preguntó al aire.
Veremos a Gutiérrez Zuluaga vendiéndose como independiente, mientras los movimientos de los hilos por parte del gran titiritero evidencian lo contrario.
@germanayalaosor