“El cardenal Darío Castrillón Hoyos, a sus 69 años, vive y piensa en colombiano, y lo demuestra con orgullo mientras nos enseña su casa cuarto por cuarto. Hay cuadros colgados hasta donde los libros lo permiten. Algunos son antiguos, pero predominan los de arte popular colombiano, ligados de algún modo a la historia pastoral del cardenal. En la capilla donde celebra la misa, todas las mañanas a las seis, el altar está hecho con grabados de artesanía colombiana, y con un Cristo primitivo tallado sobre tablas de madera. El cuadro más notorio y notable en la sala de recibo, es el episodio bíblico de la Casta Susana que se baña desnuda en la fuente mientras dos ancianos la acechan desde los matorrales. Su autor es el bumangués José Ramón Tarazona, que obtuvo el primer premio en una muestra de arte religioso, convocada por el cardenal cuando era arzobispo de Bucaramanga. El artista le pintó un velo de última hora para no escandalizar al jurado, y después otro velo encima del primero para regalarle el cuadro al arzobispo”.
El autor del párrafo anterior se llama Gabriel García Márquez y lo escribió durante un viaje a Roma, para entrevistar al cardenal, en el mes de abril de 1999, como parte de una crónica para la revista Cambio, titulada ‘El papable’, donde se refirió a un tema de gran interés periodístico: las posibilidades reales que tenía el cardenal Darío Castrillón Hoyos, de ser el primer sucesor de San Pedro en El Vaticano, tras la muerte de Karol Wojtyla.
Ocurrió hace 20 años, y no podíamos dejar de registrar la crónica que recoge un motivo más de orgullo santandereano. Son numerosas las obras del pintor José Ramón Tarazona, y en especial las pertenecientes a «La Serie de El Dorado», Serie pictórica que le dio el reconocimiento internacional, la oportunidad de exponer en prestigiosas galerías europeas y de los EEUU, el premio ROCCA D’ORO a la excelencia en bellas artes Europa Leader, recibido en Paliano Italia en el año 2010 y una identidad propia a su pintura, pero él tiene claro que el cuadro que le abrió puertas en Europa y lo mantendrá en la memoria de sus paisanos es ‘La Susana del Vaticano’, con el que participó en la Primera Muestra de Arte Religioso, titulada “Arte y Religión Nuevamente” realizada en la Catedral de La Sagrada Familia de Bucaramanga hace 24 años, en 1995.
A Tarazona siempre le había llamado la atención el pasaje bíblico del libro de Daniel que narra cómo Susana, esposa de Joaquín, salía a bañarse desnuda en la fuente de los jardines de la casa, mientras dos viejos jueces la espiaban tras un matorral con ojos lujuriosos.
A sabiendas de que la representación pudiera parecer provocadora o irrespetuosa para tan sacra concurrencia, no le faltó mirarla más de una vez para saber que sería la indicada para participar en la exposición colectiva de arte religioso.
El 22 de diciembre de 1995 monseñor Darío Castrillón inauguró la muestra, y fue él mismo quien decidió adquirir ‘Susana y los ancianos’, nombre original antes de que el alto jerarca decidiera llevársela para su apartamento en el Vaticano, cercano al despacho de Su Santidad Juan Pablo II.
Tarazona no tenía ni idea del artículo de García Márquez hasta que un amigo médico lo llamó para contarle que lo había leído. El artista fue a comprar la revista y al leer la crónica se sintió por supuesto complacido, pese a que en ese único párrafo encontró tres imprecisiones del autor, en aras de construir su propio relato, con el característico y magistral toque de “Realismo Mágico Macondiano”, según señaló Tarazona a Orgullo Santandereano.
En primer lugar, él no obtuvo ningún premio por esa muestra: “era solo un evento de exhibición y no existía ningún galardón”. Segundo, él no es bumangués: “yo nací en El Playón, una pequeña población a una hora de Bucaramanga”. Y tercero, “nunca le regalé el cuadro, Monseñor Castrillón pagó por él”.
¿Cuánto pagó el Cardenal por Susana? Según Tarazona, “el precio aproximado recibido en ese entonces debió estar entre 2 millones y medio de pesos y tres millones. Dejémoslo en tres millones, ya no recuerdo la cifra exacta”.
Con el paso del tiempo fue innegable el reconocimiento que obtuvo el pintor, gracias a la mención que hizo ‘Gabo’, de modo que su importancia traspasó las fronteras. En tal sentido asegura que nunca tuvo el placer de conocer al escritor en persona, pero que tiene por él un inmenso sentimiento de gratitud.
Desde la muerte de Darío Castrillón, el año pasado, Tarazona desconoce el paradero de la obra Susana y los Ancianos: “no tengo ni idea donde se encuentra”. Ya lo han llamado desde varios sitios en el mundo, incluido un periodista italiano, que preguntan afanosamente por ella. Este artículo, en parte, cumple con la intención de contribuir a su hallazgo.
Debido a la repercusión de la obra, Tarazona hizo dos réplicas: una más pequeña (la obra original mide 150 x 170cms) que se encuentra en Bucaramanga, aunque no sabe exactamente dónde. Y otra con las mismas dimensiones de la primera, que fue adquirida por el empresario italiano Ennio de Vellis, actual presidente de la Academia de Bellas Artes de Frosinone, Italia.
Así las cosas, cada cuadro adquirió un nombre distinto: el que compró el arzobispo Castrillón, pasó a llamarse ‘La Susana del Vaticano’; la que está en Bucaramanga ‘Susana y los ancianos’; y la que pintó en Italia en el año de 1999 para el empresario italiano, ‘La Susanna de Vellis’.
Tarazona lleva 35 años de vida artística y es el autor de más de 83 retratos de exgobernadores de Santander que se encuentran expuestos de modo permanente en el segundo piso de la Gobernación, conocido como el Palacio Amarillo. Además, en el Museo Casa de Bolívar en Bucaramanga reposan sendos retratos, veinte en total, de los expresidentes de la Academia de Historia de Santander.