Por HUMBERTO TOBÓN*
La propuesta francesa de las “ciudades de quince minutos”, que se ha plasmado en varias ciudades europeas y que está buscando nicho en Latinoamérica, es un reto de la planeación urbana. Además de los preceptos técnicos está signada por las decisiones políticas, la inversión pública, el compromiso del capital privado y el interés y aceptación social.
Lo que se propone con esta idea, es que en un recorrido de quince minutos, que se pueda hacer en cualquier medio de locomoción, las personas puedan desarrollar la mayoría de sus actividades cotidianas, incluyendo, en la medida de las posibilidades, los lugares de trabajo y estudio.
Los largos y tediosos desplazamientos de las personas para cumplir con sus actividades académicas y laborales, que llegan a costarles cerca de una semana completa al año dentro de un vehículo, la mayoría de ellos de transporte público, es una de las razones para pensar que tanto estas como otras acciones, tal es el caso de la recreación y el comercio, se puedan realizar en trayectos más cortos y que estos sean a pie o en bicicleta.
Esto que suena muy atractivo, se enfrenta a la realidad de unas ciudades construidas sobre la base de la separación de las actividades sociales y económicas, tal como se impuso en el ordenamiento territorial en buena parte del siglo XX.
Para la mayoría de los planificadores urbanos era impensable mezclar en un mismo espacio las actividades industriales, comerciales, académicas, recreativas y residenciales. En general, ellas debían tener sus propios espacios, lo que significó para las personas desplazamientos continuos, que han terminado por afectar seriamente su calidad de vida.
Ahora que surge la idea de que la mayoría de las actividades de las familias estén más cerca, hay que conquistar la aceptación popular y trabajar con la gente en el modelo de ordenamiento de su territorio, por lo que es sustancial que los capitales privados se involucren, porque finalmente es la cohesión de estas fuerzas, junto con el interés institucional del gobierno, lo que puede lograr revolucionar la manera como se vive en las ciudades.
Un hecho que ha ayudado bastante a acelerar la nueva visión del desenvolvimiento de las ciudades es el acelerado proceso de las comunicaciones virtuales, generado por las restricciones que se produjeron durante la pandemia de Covid 19 en todo el mundo. La virtualidad académica y laboral ha abierto alternativas a la manera cómo se debería gestionar la actividad urbana.
Si hay teletrabajo, es evidente que habría menos presiones sobre el transporte, lo que debería generar menores congestiones viales y, por ende, la posibilidad de que la gente pueda tener desplazamientos cortos para encontrar lo que necesita para su cotidianidad: almacenes, cines, parques, gimnasios, coworking, bancos, instituciones gubernamentales, centros académicos, centros de salud, restaurantes, etc.
Una idea de estas dimensiones, que pone patas arriba el tradicional concepto de un territorio ordenado por estanques obliga a pensar en la multicentralidad, que también representa un golpe al monocentrismo, que aún persiste, incluso, en las grandes metrópolis.
@humbertotobon
*Subgerente de Planeación Regional de la RAP Eje Cafetero