Por DIEGO OTERO PRADA
Acaba de salir el libro del periodista Jorge Gómez Pinilla sobre el asesinato de Álvaro Gómez Hurtado. Es un libro provocador, que se lee de un tirón. Está muy bien escrito, es ameno y certero en sus argumentos.
La tesis de Gómez Pinilla es clara: el asesinato del líder conservador fue autoría de fuerzas militares y de políticos de extrema derecha para callar a Gómez Hurtado porque sabía demasiado. Entre los militares acusados aparece el coronel Bernardo Ruiz Silva, quien manejaba el Grupo Cazador que operaba dentro de la V Brigada del Ejército en Bucaramanga y fue acusado por la Embajada de Estados Unidos de múltiples crímenes.
Los conspiradores tuvieron muchas reuniones, en algunas de las cuales le propusieron a Gómez Hurtado un golpe de Estado y la imposición de un gobierno cívico-militar encabezado por él. Pero el político conservador se negó, porque según sus palabras el poder se conquistaba a punta de votos.
Entonces, se volvió un hombre peligroso: sabía mucho y conocía a los conspiradores, militares y civiles.
Es doloroso el papel de la familia de Gómez Hurtado, prestándose a una interpretación en que le echan la culpa del asesinato a Ernesto Samper y Horacio Serpa, sin ninguna prueba y con base en la utilización de mentiras del criminal alias ‘Rasguño’. Es tal el nivel de perversión al que se ha llegado, que algunos miembros de dicha familia defienden al autor material de asesinato, Héctor Paul Flórez Martínez, un criminal con expediente probado. Se trata de una familia ultraconservadora, con un sesgo político muy marcado, cuyos miembros piensan como en la época del falangista Laureano Gómez, con sus filípicas contra los liberales.
Lo grave de este asesinato, como el de otros, es el papel de ciertos grupos dentro de las fuerzas militares, de orientación fascista, aliados con extremistas civiles de derecha, que han cometido centenares de crímenes atroces. Son muchas las evidencias de militares involucrados con paramilitares, narcos y políticos corruptos para cometer todo tipo de crímenes, con justificaciones ideológicas que esconden sus verdaderos propósitos, no solo de eliminar a rivales o personas que consideran comunistas (los diablos según ellos) o terroristas, sino que cumplen un papel social de mantenimiento de oscuras fuerzas terratenientes y privadas.
La lectura del libro deja un sinsabor, ya que los autores intelectuales no aparecen, y a los civiles y militares involucrados en el asesinato -que están muy bien definidos-, no les ha pasado nada. Esta es Colombia, donde hay total impunidad.
La investigación de Jorge Gómez es valiosa y peligrosa porque muestra como se ha tratado de desviar la atención de los verdaderos asesinos, materiales e intelectuales, hacia otros actores, para tapar la verdad, para que no se conozcan quiénes fueron los que ordenaron el asesinato.
Triste el papel del exfiscal Néstor Humberto Martínez, personaje tenebroso que aprovechó a todos los gobiernos para su beneficio, dentro de un oportunismo político de alto grado. Su último papel en este caso, fue el de definir el crimen de Álvaro Gómez como de lesa humanidad, aceptando las presiones de la familia Gómez.
De la descripción que hace Gómez Pinilla no queda duda de que nadie quiere hablar, se ve que hay un temor muy grande. ¿Por qué? Porque muchos de los han intervenido en este oscuro crimen han sido desaparecidos o asesinados.
Recomiendo leer Los secretos del asesinato de Álvaro Gómez Hurtado, muy útil para conocer cómo opera “el régimen” y para presionar a la justicia en busca de que actúe y desenmascare a los que no quieren que se conozca la verdad.