Por LUIS EDUARDO CELIS
José Antonio López Rodríguez, conocido como Tony por quienes hemos tenido el gusto de compartir amistad y trabajo, es un cubano que ha tenido un especial vínculo con Colombia desde que en 1998 vino por primera vez a Colombia, como diplomático para hacer seguimiento al proceso electoral en el que resultó electo Andrés Pastrana como presidente de Colombia.
Regresa en enero de 1999 con motivo de los diálogos del Caguán, en el célebre acto de instalación entre el gobierno del presidente Pastrana y las FARC, recordado por la silla vacía, cuando Manuel Marulanda Vélez en su condición de máximo comandante de esa guerrilla no asiste al acto, aduciendo razones de seguridad. Por esos días Tony López y José Arbezú, dirigente del Partido Comunista Cubano, se entrevistan con la dirigencia de las FARC en las selvas del Yari.
Luego Tony López regresa a Colombia como diplomático de la Embajada de Cuba, y va a ser observador agudo de diálogos tanto con las FARC como con el ELN, procesos que recibían especial atención y apoyo por parte del presidente Fidel Castro, quien asumió la paz de Colombia como una de sus prioridades en la política internacional de Cuba, involucrándose de manera directa en buscar salidas dialogadas a nuestro largo conflicto armado.
Tony López ha sido uno de los miles de diplomáticos cubanos que más ha trabajado por los intereses de Cuba y su relacionamiento con la mayor cantidad de países, a tal punto que Cuba puede ser el país de América Latina y el Caribe que tiene más sedes diplomáticas en los cinco continentes y una diplomacia reputada por su profesionalismo.
La vida de Tony López está ligada a un personaje legendario en Cuba, de quien se considera su discípulo y a quien reconoce como su gran coequipero desde que siendo un joven de 17 años, en los primeros meses del año 59 y haciendo guardia con un fusil en una guarnición militar de La Habana, desde una terraza y mirándolo hacia abajo le grita afectuosamente que tenga cuidado con el fusil, porque apunta hacia arriba. Ese hombre de hablar recio y cálido era Manuel Piñeiro Losada, más conocido como el comandante Barbarroja, quien por más de 35 años trabaja hombro a hombro con Tony, desde la coordinación de varias instancias del Estado cubano y desde 1975 como el coordinador del Departamento América del Partido Comunista de ese país.
Tony tiene especial cariño por Colombia, es quizás el país que más lo impactó y en el que trabajó como diplomático entre 1999 y 2003, años en los que tejió una amplia red de contactos con todo el espectro político colombiano, con dirigentes sociales, con autoridades locales y regionales, con periodistas, intelectuales y artistas, siguiendo la predica de Manuel Piñeiro, quien siempre les insistió en hablar con Raimundo y todo el mundo, con amigos, contradictores y malquerientes de Cuba, siempre buscando con respeto y de manera digna un canal de comunicación, un diálogo franco y respetuoso. Eso fue lo que adelantó Tony durante su permanencia en Colombia y de eso pueden dar fe quienes lo trataron en esos años.
De su permanencia en Colombia y sus frecuentes viajes a San Vicente del Caguán surge su entrañable cariño por Paquita, una lora caqueteña a la que, siendo pichón, escucha llorar de manera insistente en el Batallón Cazadores, sede del equipo de gobierno para los diálogos con las FARC. Ante la pregunta de Tony a las mujeres que prestan el servicio de alimentación, sobre la razón del chillido de ese y otros pichones, las mujeres le responden que la madre no ha vuelto, que ellas los alimentan y que si desea le pueden obsequiar una de esas crías. Esa es Paquita, quien creció en su apartamento de Bogotá y se vuelve una integrante más de la familia. La salida de Paquita de Colombia fue todo un tema que por sus vericuetos llegó a las páginas de EL Tiempo, en su momento codirigido por Enrique Santos Calderón, que desde sus páginas abogó por posibilitar la salida de Paquita, ya adulta.
Tony y su compañera Joaquina salen de Colombia junto a Paquita hacia Cuba, y de allí a la representación cubana en Nicaragua, regresando nuevamente a la isla en el año 2006, donde se le asigna a Tony la tarea de ser en enlace permanente del gobierno cubano con la mesa instalada en la Habana entre el gobierno del presidente Álvaro Uribe y el ELN. Esa era su única tarea, la cual desarrolla con profesionalismo y dedicación, hasta que este proceso naufraga en medio de las distancias de dos lógicas de actuación, que no logran convergencias reales.
Tony López se jubila en 2010 y siempre ha mantenido interés por la paz de Colombia, desde su casa en la calle Basarrate, ha seguido de cerca los acontecimientos de Colombia, ha mantenido el dialogo con sus amigos que le visitan para compartir sobre la realidad colombiana y también la cubana, ha dedicado horas y horas a la conversación con una diversidad de personas que lo mantienen al tanto de Colombia, de su búsqueda de paz.
Ahora que Cuba vuelve a ser sede de una mesa de diálogos de paz, en este caso la que adelanta el gobierno del presidente Gustavo Petro y el ELN, recordamos a este cubano, que ha tenido a Colombia como una segunda patria y a quien agradecemos su cariño y amistad con Colombia.