Durante audiencia pública de la Cámara de Representantes voceras de las distintas modalidades de trabajo sexual -entre ellas webcam, pornografía, callejero y presencial en establecimiento- exigieron la promulgación de una ley integral que garantice sus derechos.
En un hecho catalogado como histórico, las y los trabajadores sexuales de Colombia se tomaron el Salón Elíptico del Capitolio Nacional el viernes 3 de marzo para pedir que se legalice y se proteja su labor mediante la garantía de sus derechos.
En el recinto había colgadas pancartas con mensajes como “Trabajo sexual es trabajo”, “Por un trabajo sexual con derechos”, “Marco laboral digno para el trabajo sexual” o “Ley integral para todas las modalidades de trabajo sexual”, durante la Audiencia Pública denominada «Trabajo sexual en su multiplicidad, contratación, derechos humanos, abusos y discriminación». La sesión fue liderada por Alfredo Mondragón y María Fernanda Carrascal, de la Comisión VII de la Cámara, ambos de la bancada del Pacto Histórico.
Voceras de asociaciones de representantes de modelos webcam y trabajadoras sexuales, entre ellas la Asociación Sindical de Trabajo Sexual en Colombia (Astrasex), la Plataforma Latinoamericana de Personas que Ejercen Trabajo Sexual (Plaperts); Calle 7 Colombia, organización de base comunitaria promotora y defensora de derechos humanos con enfoque diferencial; la Fundación GAAT, Grupo de Acción y Apoyo a Personas con Experiencia de Vida Trans, entre otras, visibilizaron la difícil realidad por la que atraviesan.
Discriminación financiera por parte del sistema de salud, inexistencia de seguridad social y de riesgos profesionales definidos, abuso policial, abuso laboral en los establecimientos donde se ejerce el trabajo sexual y la no garantía de sus derechos mínimos, fueron algunos de los problemas que plantearon los participantes de la audiencia.
El congresista Alfredo Mondragón dijo que espera que las conclusiones lleguen a todas las instancias, “ministerios del Trabajo y de Educación, y a las instancias que corresponda para atender las demandas que se plantearon”. Agregó que “estamos ante nuevas formas de trabajo que merecen ser incorporadas, no solamente en las discusiones, en las interpretaciones, sino en los marcos jurídicos del Estado”. Asimismo, que la sociedad está llamada a entender la diversidad de posturas para superar pensamientos únicos que han llevado a creer que hay una sola manera de entender la sociedad, y a superar “temas de discriminación, de abusos, maltratos y negación de derechos laborales”.
María Fernanda Carrascal sostuvo que “este es un trabajo que no va a dejar de existir y que necesita una regulación para que pueda ser defendido. Tenemos que entender entre todos y todas por medio de pedagogía, por medio de educación de las redes sociales, de audiencias como esta: abrirles el Elíptico, donde hacemos las plenarias de la Cámara de Representantes, a las trabajadoras sexuales en el reconocimiento de este tipo de labores”.
Una deuda histórica
En la presentación de la audiencia Amaranta Hank, periodista, trabajadora sexual desde la pornografía e integrante de Astrasex, destacó que la audiencia pública “se la debía el país a las trabajadoras sexuales. Se la debía desde hace varias décadas incluso. Desde hace mucho más que 60 años se ejerce el trabajo sexual en las calles, y desde hace casi dos décadas se ejerce el modelaje webcam en Colombia”.
Destacó la importancia de que las mismas trabajadoras sexuales puedan hablar por sí mismas de sus derechos y condiciones laborales, porque «históricamente han sido las instituciones y otros profesionales quienes han hablado por nosotras, quienes incluso con sus discursos nos han infantilizado creyendo que no tenemos el poder y la fuerza para defendernos y para hablar por nosotras”.
Hank rechazó la discriminación al trabajo sexual: “la mayoría de violencia que se ejerce hacia las trabajadoras sexuales no viene en su mayoría del contacto directo que tiene la trabajadora con su cliente o su usuario; viene de la calle, de la gente prejuiciosa y desinformada; viene de esas instituciones que ni siquiera nos han permitido tener un censo para saber cuántas somos en el país; viene de los bancos que no nos permiten tener cuentas bancarias o acceder a créditos; viene de las inmobiliarias que nos impiden estar en una casa o alquilar algún espacio; viene del sector de la salud, de la medicina, porque vamos a una cita médica y por ser trabajadores sexuales, así nos duela la cabeza, nos envían una prueba de VIH. Esa violencia se ejerce desde ahí, y se ejerce sobre todo desde la desinformación y desde el prejuicio”.
Sin embargo, agregó que gracias al trabajo sexual “ese estimado de mujeres hemos podido acceder a un sinnúmero de cosas que el machismo nos había arrebatado. Porque también nos dicen que es un trabajo machista. Sí, puede que de ahí provenga, pero con ese trabajo hemos podido lograr obtener las cosas que el mismo machismo y la desigualdad nos arrebataron: oportunidades e independencia económica, acceso a la educación, acceso a una vivienda digna y la oportunidad de poder administrar nuestros tiempos para maternar y para cuidar”.
Urge un marco legal
Sakura Ardilla, integrante de Astrasex, planteó que en Colombia el trabajo sexual no está prohibido por la ley: “sin embargo, las actuales leyes y demás normas jurídicas vigentes no garantizan condiciones de trabajo dignas para la totalidad de trabajadores sexuales. Por este motivo la Corte Constitucional ha ordenado al Congreso de la República y al ministerio del Trabajo la regulación de algunas de las modalidades de ejercicio de trabajo sexual; hasta ahora estas órdenes no se han cumplido”.
Ardilla dijo que exigen una ley que cubra las necesidades de los trabajadores sexuales en todas las modalidades de trabajo sexual: “lo que reclamamos es un marco legal amplio que cubra el trabajo sexual en su totalidad y al mismo tiempo tenga en cuenta las distintas modalidades; entre estas se encuentran el trabajo sexual en calle y en establecimientos, en carretera, en servicio de score o de dama de compañía, baile erótico, el modelaje webcam, la pornografía y contenido. Este marco legal amplio debe en primer lugar regular las condiciones de trabajo en los negocios y empresas donde se realiza trabajo sexual, con el objetivo de evitar condiciones de trabajo injustas, inadecuadas o desfavorables; en segundo lugar, este marco legal amplio debe incluir medidas de reducción de estigmas y violencia contra las personas que ejercemos trabajo sexual”.
Es decir, no solo están solicitando el reconocimiento explícito del trabajo sexual como trabajo, sino además medidas que protejan a l@s trabajadores sexuales de situaciones estigmatizantes discriminatorias realizadas tanto por individuos como por instituciones como la Policía Nacional y el ICBF.
En opinión de Amaranta Hank, “el mal llamado abolicionismo y el prejuicio lo que han querido hacer es tapar el sol con un dedo y decir: ‘Definitivamente no podemos legalizar esto porque ¿qué pasaría con nuestra nación? Nos están condenando a una explotación sexual y laboral si no hay una regularización. Si no hay una regularización del trabajo sexual, cualquier persona se hace dueño o se hace jefe de un establecimiento donde se puede ejercer el trabajo sexual”.
Por la vida
Carolina Calle, trabajadora sexual, directora de Calle 7 Colombia y presidenta de Astrasex, destacó que no quieren un enfoque rescatista. “Las trabajadoras sexuales, putas o prostitutas, como cada compañera se defina, tenemos agenda propia y podemos decidir sobre nuestras vidas. Lo que realmente le ofende a esta sociedad doblemoralista es que las trabajadoras sexuales cobremos por lo que el patriarcado cree que puede tomar por derecho”.
Añadió que piden que se les respeten los derechos humanos, “que no se nos culpe de delitos tan graves como la trata o la explotación. No queremos ser más víctimas de discriminación; nuestras vidas son tan valiosas como la de cualquiera de las personas que aman. Y esta voz se alza por las que quieren dar la cara y no pueden, por las que aún no se asumen trabajadoras sexuales pero necesitan derechos laborales; a ustedes, compañeras en la penumbra de la clandestinidad: esta sociedad nos relegó al abismo de la doble vida. Esto es por las que no están. Ser trabajadora sexual no nos puede costar la vida”.
EN RECUADRO: Modelos webcam aportan unos US$100 millones mensuales al país
Al menos unas 300 mil personas, en su mayoría mujeres, trabajan como modelos webcam en Colombia y le aportan al país cerca de 100 millones de dólares mensuales. Así lo afirmó la periodista y trabajadora sexual Amaranta Hank durante la presentación de la Audiencia Pública sobre trabajo sexual en el Congreso.
Hank dijo que las cifras son estimadas, por cuanto el Estado colombiano tiene una deuda con las y los trabajadores sexuales del país, y no ha elaborado un censo que permita caracterizar a esta población.
“En Colombia no tenemos una cifra exacta de cuántas trabajadoras sexuales hay en calle; podríamos empezar por allí, esa es una gran deuda que tiene el Estado con nosotras. No ha habido un censo o una caracterización que no sea para revictimizar a trabajadoras sexuales en la calle, porque algunas entidades se han encargado de ir a preguntar y a decir: ‘¿Oiga, usted es trabajadora sexual?’, pero lo han hecho para tomar fotos y presentar informes, no para brindar condiciones dignas laborales”.
De modelaje webcam, dijo, se habla de al menos unas 300 mil personas ejerciendo en todo el país: «hay una gran diversidad allí, pero sobre todo mujeres cisgénero y transgénero. Estamos hablando de un aporte al país de 100 millones de dólares mensuales, que estamos haciendo como ciudadanas».