Por VICTOR DE CURREA-LUGO*
Por supuesto que toda decisión que ahorre vidas es bienvenida, pero también debemos entender que una tregua no es el fin del conflicto, sino una pausa.
En este caso, tanto Hizbollah como Israel necesitan un respiro, aunque con variables diferentes.
Hizbollah es un partido político legal de El Líbano, con puestos en el gabinete ministerial, una bancada parlamentaria, sedes públicas y una extensa red de sociedad civil que se identifica con sus principios. Por esto, entre otras cosas, es un craso error reducirlo a “un grupo terrorista”.
Israel y Hizbollah entraron en combates desde el 8 de octubre de 2023, un día después de la Operación Diluvio de Al-Aqsa, liderada por Hamas contra Israel. La solidaridad de este grupo con la causa palestina esta fuera de discusión.
Hizbollah ha hecho más contra el genocidio de Gaza que toda la comunidad internacional junta, que no ha pasado más allá de declaraciones, resoluciones de la ONU que nadie cumple, golpes de pecho y acciones simbólicas vacías.
Lo que se anuncia ahora no es una tregua final, sino un plazo de 60 sin hostilidades. Ahora, no es claro qué pasará luego de este tiempo. Sin duda, como la inmensa mayoría de treguas del mundo, habrá incidentes, el problema es su magnitud o el deseo de las partes de usar cualquier argumento para darla por rota.
Israel necesita del cese al fuego para poder sacar la cabeza y respirar. Aunque ganó posiciones en el sur del Líbano, su avance fue costoso en términos de recursos militares. Hasta la moral de la tropa no es la mejor.
A nivel social, Israel sigue despoblándose en el norte, cada vez más colonos abandonan sus casas ya cada vez menos tienen deseos de retornar. Eso, más el impacto de la economía de Israel, lleva al sionismo a buscar nuevas estrategias.
Claro, Israel venderá esta tregua ante su opinión pública como victoria, pero el 69% de israelíes no ve que Israel le haya ganado a Hizbollah. También tratará Israel de presentar un escenario en el que se rompa el vínculo entre el frente norte y lo que sucede en Gaza, lo que perjudica a los palestinos.
Desde el punto de vista de Hizbollah la tregua también le beneficia. Pensemos que Líbano empieza esta guerra luego de una gran cadena de crisis, desde hace décadas. La tregua buscaría también garantizar la disminución de la crisis humanitaria en el Líbano.
Es obvio que sí ha habido un impacto real de la guerra en Hizbollah; una cosa es la publicidad de la resistencia y su capacidad militar real. Ahora, tampoco significa que Hizbollah esté herido de muerte, si así fuera Israel no firmaría una tregua, sino que continuaría las operaciones militares.
¿Se respetará esta tregua entre Israel y Hizbollah?
No sabemos qué estará pensando Irán. Todavía Irán tiene pendiente su respuesta al último ataque que le hizo Israel. Si la acción de la resistencia se trata de ataques puntuales contra Israel y no de una guerra final de la resistencia contra el sionismo. Esta mirada implica una resistencia mucho más militarmente capaz.
Los análisis de algunos militares de EEUU y de Israel apuntaban a una derrota estratégica de Israel, pero con este respiro esa hipótesis se aplaza. La tregua le permite a Israel reorganizarse, a Joe Biden lavarse la cara como mediador de paz y al complejo industrial-militar volver a llenar los arsenales israelíes.
Israel no ha ganado, pero con no perder es suficiente para mantener vivo el sionismo, lo que traduce en una derrota para la causa palestina. Pero tampoco es cierto que haya derrotado a Hizbollah, ni mucho menos a los otros componentes del llamado Eje de la Resistencia.
Lo cierto es que el genocidio que perpetra Israel contra el pueblo palestino no aparece como una variable de la tregua, lo que llevaría a que más de un palestino se sienta abandonado. A largo plazo ¿qué les esperaría a los palestinos?
En el mejor de los casos, si hubiese una tregua en Gaza, tratar de reconstruir lo imposible, pero eso no detendrá la limpieza étnica, como no se ha afectado por los ceses al fuego con Hamas en las últimas décadas. En el peor de los casos, seguirá el genocidio.
Estamos ante una tregua muy frágil; firmar un acuerdo con Israel no significa dormir en paz, sino seguir con un ojo abierto. Muchos invocan la resolución 1701 de la ONU como marco de referencia, eso implica reconocer el papel de las fuerzas de paz en la frontera entre el Líbano e Israel; pero basta recordar los sistemáticos ataques de Israel contra dichas fuerzas en los últimos meses.
Si Israel no cumplió con la resolución de marzo 25 de 2024 del Consejo de Seguridad, que ordenó un cese al fuego, si claramente no va a respetar la reciente orden de captura contra Netanyahu emitida por la Corte Penal Internacional ¿qué nos hace pensar que respetará esta tregua?
La tregua será usada mediática y políticamente como un “buen ejemplo” para presionar a Hamas. Esta tregua entrará en vigor a las 4 de la mañana del 27 de noviembre, hora libanesa. Y, nunca mejor dicho, amanecerá y veremos.
PD: Parece que la política de Biden es desescalar en Oriente Medio… para escalar en Ucrania.
* Tomado de Victordecurrealugo.com/