El odio con el que votaron amplias comunidades latinas y negras en las elecciones de Estados Unidos a favor de Donald Trump, nos revela cuán insolidarios son aquellos que hace algunos años llegaron al país del “sueño americano”, la mayoría de ellos ilegales, que usaron el “hueco” y le pagaron a “los coyotes” para tratar de construir una mejor vida.
Esas poblaciones de migrantes, que hoy abrazan la bandera estadounidense y reniegan de la suya, donde nacieron, y desprecian a aquellos que están andando el mismo camino que ellos recorrieron hace un tiempo, esperan que Trump les acelere el paso hacia el sueño de tener una casa, un carro y un trabajo, y poderle enviar dinero a esos parientes que se quedaron en países pobres y subdesarrollados, donde la miseria campea.
A estos ciudadanos que ya tienen “papeles legales” les atemoriza que la oleada de migrantes llegue a sus territorios, porque ponen en riesgo sus trabajos y su “bienestar”, dado que es una mano de obra más barata, usada por los empresarios gringos para mejorar sus indicadores de rentabilidad, al explotarlos por su condición de ilegales.
La xenofobia de Trump y su equipo de colaboradores es de tal dimensión, que poco les importa que negros y latinos hayan sido decisivos en su triunfo electoral. Van por ellos. Incluso los que tienen papeles no deben estar tan seguros de que pasarán inadvertidos para el presidente republicano, que buscará con el apoyo del Congreso y los tribunales judiciales, deshacerse de todo aquello que no sea americano. Porque América es para los americanos, según la coherencia de su discurso político.
Al frente del proyecto de “la deportación más grande de la historia de Estados Unidos” estará Thomas Homan, quien ha dicho que para no separar las familias, se deportarán las familias enteras, ilegales o no. Simplemente no quieren ver migrantes en el territorio estadounidense. Incluso no soportan a los “dreamers” y van por los hijos nacidos en suelo de Estados Unidos de familias indocumentadas.
Va a ser una tortura para todo aquel que sea inmigrante, especialmente si es hondureño, haitiano, venezolano, colombiano, ecuatoriano, nicaragüense, dominicano o chino. No los quieren y van a tener que vivir todos los días en medio del miedo y la zozobra, atemorizados de ser detenidos en la calle.
Todos los que vitoreaban a Trump y aplaudían y sonreían cuando él los llamaba basura y delincuentes, van a pagar un precio muy alto por haber preferido la ilusión de una economía fuerte y una inflación baja, a la libertad que le ofrecía la candidata demócrata, cuyo historial de luchas en favor de los migrantes es comprobada.
@humbertotobon