La entrevista se desarrolla en un barrio de clase media de Bogotá. El entrevistado es lo que se conoce como un jíbaro: un tipo que llega hasta la residencia de un consumidor y le entrega la dosis que pidió. En el caso que nos ocupa, la entrevistadora es una periodista que sometió la entrevista a su jefe, el editor de la sección Vida Cotidiana en un medio tradicional, y este le dijo que la publicaba si aparecía con autor, porque de resto parecería inventada.
La periodista se negó a poner su nombre porque podría ser señalada de consumidora, motivo por el cual prefirió “filtrársela” a El Unicornio. Si hay algo rescatable de la entrevista es cuando el jíbaro cuenta que la Policía ejerce inspección sobre las ollas, pero estas no se mueven de su sitio: “la venta sigue ahí, la Policía las deja trabajar”.
¿Cuáles drogas vende usted?
Mi fuerte es la hierba, o sea la marihuana, pero también vendo lo que se conoce como Éxtasis, y perico o cocaína. Una pastilla de Éxtasis a 20 mil, el perico en bolsitas de 10 mil el gramo o en 2.5, que son dos gramos y medio por 20 mil. Pero mi fuerte es la hierba.
¿En qué momento decidió usted asumir la venta de drogas como un negocio personal?
El momento en que comienzo a hacer este ejercicio es desde hace como año y medio, cuando quedé desempleado. Yo sabía dónde la distribuían, entonces se me hacía fácil que las personas que no saben dónde la venden, o que no quieren mezclarse con los que la distribuyen, recibieran mis servicios: yo de manera anónima o discreta les hago llegar las dosis que necesitan.
¿O sea que usted, al ser consumidor y a la vez distribuidor de la mercancía, se está comiendo parte de las ganancias?
Pues… puede ser. Aunque no soy un gran distribuidor, no soy el que compra grandes cantidades. Yo se la compro al distribuidor, como quien dice al dueño de la olla. Yo le compro media libra o una libra de hierba, y la empaco en bolsitas.
¿Y el perico?
Yo manejo normalmente la marihuana, porque es lo que consumo. Pero si la persona quiere que le haga llegar Éxtasis o perico, también tengo la forma o la facilidad de hacérsela llegar. Yo soy, básicamente, un intermediario.
¿Usted con el cliente se pone una cita en algún lugar… o se la lleva a domicilio?
Yo la llevo al domicilio. Entre más discreto sea, mejor para las dos partes. Porque tampoco se trata de que yo dedique la totalidad de mi tiempo a la distribución. A esto no le dedico mi tiempo completo.
¿O sea que tiene otra actividad económica?
Pues en este momento como ya le dije, estoy desempleado. Soy tecnólogo en Contabilidad Financiera y estaba estudiando Contaduría, pero por el tema económico he parado mis estudios.
Con todo respeto, pero, ¿no es esto lo que se conoce como ir en busca de un dinero fácil?
Pues en parte es una salida fácil, pero también es porque hay mucha gente que consume. Y no me refiero al ñero que va a la olla a buscar su dosis, sino gente de bien. Mi clientela está compuesta por empresarios, abogados, chefs de cocina, artistas, intelectuales… y un sacerdote.
¿Ese sacerdote, a qué comunidad pertenece?
No se lo diré, ni bajo tortura.
¿Y cómo hace para saber que cuando le piden un servicio a domicilio no le están tendiendo una trampa, por ejemplo, que usted llega y lo van esposando y le van leyendo sus derechos…?
Yo trabajo por referidos de otros clientes míos, gente de confianza que le dice a uno “fulanito tiene esta profesión, está interesado en esto, se lo recomiendo”. Y uno hace un primer contacto, que permite conocerlo. Esa es la manera para no tener inconvenientes con la Policía.
¿Cuáles son los precios regulares de la hierba que usted maneja?
Las bolsitas de hierba que yo preparo son de 10 y de 20 mil pesos. Pero ahora salió una nueva modalidad que son los porrillos o porros de 3 mil pesos, ya ensamblados.
¿Ese porrillo es para una vez, o para más de una traba?
Yo diría que para más de una. Dependiendo de la adicción que tenga, se lo puede fumar de una. Pero igual puede sacarle dos o tres trabas. Esos porrillos ahora los están pidiendo mucho más que los pacos de bolsa.
¿Pero eso no le implica a usted desplazarse más veces, por menos cantidad de hierba vendida?
Eso que uno no les lleva uno solo de tres mil, sino diga usted cuatro por 10.000. Ya con amigos del barrio o de la universidad, a esos sí uno se los vende por unidad y les sale más barato.
¿Qué opina usted de que esté prohibido el consumo de drogas?
Yo opino que debería haber una ley que la legalice, tanto para el consumo como para su exportación. Hoy el narcotráfico es ilegal y esa plata va a parar a otra parte, diferente a los gobiernos. Pero si la legalizaran, uf, sería mucho mejor para los campesinos que la cultivan, por ejemplo, porque dejarían de perseguirlos. Fíjese en Europa, en Holanda, donde la gente se fuma un cigarrillito de marihuana como si fuera uno de tabaco, normal. En Colombia la gente te discrimina como si fuera un delincuente, te echa la policía. Mientras que Uruguay, Canadá, son países que también la tienen legalizada.
¿Cuántas dosis vende usted al día?
Buena pregunta. Normalmente una bolsa de hierba a un cliente le dura 10 o 15 días. En mi círculo de amigos el consumo de los baretos pegados sí es muy seguido. Hay gente que compra entre 10 y 15 mil pesos diarios de porros armados. Si yo invierto 100 mil, que es lo que vale una libra, a esa libra se le sacan unos 150 mil. Hay que pagarle al turnador, o sea a la persona que está en la olla; y al campanero, pendiente de avisar si la policía se asoma. O sea que la ganancia diaria oscila entre 50 mil y 100 mil pesos diarios. El que sí gana de verdad es el dueño de la olla.
¿Alguna vez lo ha cogido la Policía, o ha tenido que “arreglar” a alguno para que lo deje seguir trabajando?
Gracias a Dios no he tenido ese inconveniente. Yo me cuido mucho, trato de llevar las cosas bien disimuladas. Sí me han encontrado marihuana, pero siempre he dicho que es para mi uso personal. Me la han botado, me han sacado comparendos, pero hasta ahí.
¿Cómo lidia diariamente con el estrés de no dejarse coger o de ser “judicializado” por microtráfico?
Como dice el dicho, no hay que dar papaya. Saber estratégicamente dónde están los retenes, o cuando hay allanamientos no tener toda la “bomba” (toda la hierba o toda la coca encima) en la casa de uno, sino en sitios donde no los puedan encontrar.
¿Nunca lo han cogido en la olla cuando va a comprar la droga?
A la olla donde voy llega mucho la Policía. Yo diría que tienen su negocio redondo porque van, pasan por ahí, pero los dejan seguir. Hacen el show, cumplen con su deber, de pronto recogen algún billete. Pero si la Policía trabajara de verdad para erradicar la droga en función de darle duro al microtráfico, pues llegarían, desmantelarían, y al día siguiente ya no habría nada. Pero digamos es algo que sucede semanal, cada quince días, que la gente va a comprar y el campanero avisa, y la Policía llega y luego se va. La constante es que la venta sigue ahí, y que la Policía los deja trabajar.