Por GERMÁN AYALA OSORIO
Las actuaciones públicas del fiscal general de la Nación, Francisco Barbosa, configuran un infortunado enfrentamiento institucional con el Ejecutivo y activan de manera peligrosa lo que el uribismo consolidó dentro de esa entidad: una institucionalidad paralela que puede entenderse bajo la categoría que en su momento propuso Jaime Osorio: el Estado Invisible.
Barbosa genera un agrio enfrentamiento con el presidente de la República, lo que de inmediato impulsa a los esbirros del uribismo a que desde lo legal y lo ilegal se consoliden narrativas que terminarían justificando el golpe de Estado con el que sueñan varios oficiales retirados del Ejército, políticos profesionales y miles de uribistas. O quizás un atentado contra la vida de Petro…
Así, a la confabulación mediática que puso en marcha estrategias y acciones propias de lo que se conoce como Golpe de Estado Blando, se suman las que desde la fiscalía adelantan los que siguen a pie juntillas las órdenes del fiscal. Por ese camino, la acción misional de la fiscalía se agota en los límites y en las instrucciones de un fiscal que actúa como el “nuevo enemigo de la Paz Total”, y es el agente que puede desestabilizar al gobierno, cesando su capacidad investigativa e impidiendo el destape de las relaciones mafiosas entre las Bacrim y los clanes políticos de varios departamentos.
Al verse torpedeada la cooperación entre la fiscalía y el Gobierno le queda más difícil al presidente hacer cumplir la orden que impartió de golpear las finanzas de los narcotraficantes. Vemos, en consecuencia, salir a los medios de comunicación a altos oficiales de la Policía y el Ejército exhibiendo los golpes a esas estructuras criminales, y sin referencia alguna al papel jugado en esas operaciones por la fiscalía. Imagino que la DEA y el Departamento de Estado de Estados Unidos tomaron nota de esa realidad, pues ya se viene la elección del nuevo fiscal. Sobre este punto, hay un elemento en común: Álvaro Uribe Vélez y sus enredos judiciales. Cuando Petro presente a la Corte Suprema de Justicia la terna de la que saldrá el reemplazo del ladino fiscal general, sabremos para qué sirvieron las tres reuniones que sostuvo el presidente con el 1087985. También sabremos del talante de los magistrados del alto tribunal y, por supuesto, veremos la complacencia de los gringos con el nuevo o la nueva elegida.
Insisto en que es muy peligroso que al frente de la fiscalía general de la Nación esté una ficha del régimen uribista que sufrió derrota electoral en el 2022. La solicitud de preclusión del proceso que se lleva contra el expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez que hace la fiscalía, constituye una burla del juicio jurídico de la Sala de Instrucción de la Corte. Con un agravante: el silencio de los magistrados de esa corporación judicial frente a lo actuado por el ente acusador.
Por diseño constitucional, el fiscal general de la Nación puede ponerse al servicio del Estado Invisible del que se ha servido el uribismo por décadas o, por el contrario, contribuir a consolidar el Estado Visible con el que será algún día posible sembrar en todos los funcionarios estatales y ciudadanos del común los principios republicanos. Por ahora, Barbosa se comporta como un reyezuelo cuyo reinado apenas si se acerca a mantener en pie esta República Bananera o platanal con bandera llamado Colombia.
Adenda: el senador Cepeda demandó a Francisco Barbosa ante la insepulta Comisión de Acusaciones de la Cámara por varios delitos. Se esperaría que hiciera lo mismo el congresista Roy Barreras, por cuanto funge como un defensor de las reformas del gobierno y de la Paz Total. Imagino que no lo hará porque intuye que Barbosa será candidato presidencial del uribismo en el 2026. Es decir, Barreras está haciendo lo que mejor sabe hacer: haciendo cálculos políticos.
@germanayalaosor
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