Por PUNO ARDILA AMAYA
Nuestra paupérrima democracia ha salido a mostrar muchas veces sus desatinos y sus inconsistencias, como cuando ganó su escaño en el Concejo de Bogotá un embolador, dizque porque el pueblo quería demostrar que cualquiera puede ser elegido (¡y sí, por supuesto); o cuando el pueblo, enverracado, salió a votar contra la paz, dizque para que sus hijos no se fueran a volver homosexuales por culpa de un rayo terrible; o cuando el pueblo, más confundido aún, salió a votar por la caneca que tienen hoy de presidente, dizque porque este fue el que dijo quien dijo.
Pero la tapa de la decadencia, la sima del deterioro, el acabose, la tocada de fondo sí es lo que se supo la semana pasada: resulta que la nueva candidata presidencial es María Fernanda Cabal, un ser mezquino e intolerante, que dice ser buena cristiana; una persona que fustiga a que “estudien, vagos”, pero demuestra constantemente sus enormes falencias académicas e intelectuales; una persona que habla de sus principios a favor del “público”, pero anda auchando a las fuerzas armadas para que le caigan al pueblo.
Su esencia (una contradicción, toda ella) puede notarse en sus palabras: «Para ser de izquierda hay que ser intrínsecamente corrupto, porque es su esencia. Cuando uno utiliza los pobres [sic], utiliza su ilusión, les convence [sic] para que tengan esperanza de lo que no va a ser, o instrumentaliza su rabia, lo que está haciendo es una perversión (puede oírse en https://www.youtube.com/watch?v=7naSGm9QZ4A)». Su discurso es un verdadero atropello a la razón y a la lógica.
Esta senadora no hace honor a su apellido: fue destituida de la Fiscalía por entregar información a narcotraficantes, investigada por nexos con paramilitares y por apropiación y titulación indebida de tierras y tiene asuntos pendientes relacionados con compra de votos y con sus nexos oscuros en asuntos de Fedegán.
En fin, Cabal dice una cosa y hace otra; esconde acusaciones contra los suyos mientras echa el agua sucia a los demás; busca la impunidad de sus copartidarios, pero acusa a la justicia porque deja ir a los delincuentes; y culpa a la izquierda de las mañas, la corrupción y las perversiones históricas de la derecha: «Unos vándalos bandidos diciendo que era un golpe de Duque, cuando los golpistas son ellos, eso se llama “inversión revolucionaria”; es la estrategia de invertir la realidad y volver al malo bueno y al bueno malo» (puede verse en https://www.facebook.com/RevistaSemana/videos/131565455668286/).
En fin, esta señora es la incoherencia hecha persona.
Pero el chiste aparece cuando en la entrevista de publicidad política pagada misiá Vicky le pregunta cuál es «la palabra que encerraría todo su gobierno, si usted fuera presidenta de Colombia; una palabra que identifique todo su gobierno», y ella contesta: «Coherencia».
¿Y saben qué es lo peor? Que el “público” votará por ella.
(Ampliado de Vanguardia)